lunes, 25 de julio de 2016

HOMENAJE A LOS PRIMEROS PASOS

 Un espacio en el mundo, la escritura


Entre la vida y la escritura no hay separación alguna.

La escritura es acto de vida, y la vida se despliega en la escritura, al igual que los paisajes, la sucesión de las estaciones, el crecimiento exuberante de los niños, la belleza de los jóvenes, el acabamiento lento de los viejos o al igual que el hecho simple de comer, el hecho sublime de hacer el amor, el hecho explosivo de reír o llorar.


Y luego, existe el fetichismo del lápiz o del bolígrafo, de la misma forma que existe el fetichismo del calzado, de la ropa interior o cualquier otro fetichismo. Hay algo de preferencia y de orden obsesivo en esa necesidad de tomar, precisamente, “ese” lápiz o “ese” bolígrafo, de re-posarlo en el papel, de sentir de nuevo ese “escalofrío”, de ver aparecer las letras, el movimiento de las palabras que llegan, que se fijan, que se exhiben, que se encadenan pero que, sin embargo, no se pueden engarzar totalmente ni de manera arbitraria.






A medida que las palabras se organizan en la urdimbre de la sintaxis, toma forma toda una arquitectura.






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