JIRONES LITERARIOS MAGREBÍES
EN BÚSQUEDA DE UN AMIGO BUENO
Leonor
MERINO
Universidad
Complutense de Madrid
BIBLID
[1133-8571] 5 (1997) 143-147
Resumen: Reflexiones,
jirones literarios magrebíes en lengua francesa -tensos, emocionados y, al mismo tiempo,
mesurados- encontraron acogida en la mano cómplice del Amigo Bueno, sensible, del Profesor Justel y en su
departamento de Estudios Árabes e Islámcos.
Palabras clave: Literatura Magrebí de lengua francesa. Justel.
Abstract: Literary
Maghrebian reflections in French language found wellcome in the Dr. Braulio Justel:
a Good, sensitive and patient Friend.
Key words: Maghrebian
literature of French language. Justel
Cuando el Dr. Fernando N. Velázquez Basanta me invitó a participar en el homenaje por el añorado Dr. Braulio Justel Calabozo, fue un honor pero, también, un reto no exento de mi profunda emoción.
A Braulio
Justel no llegué a conocerlo. Solo en dos ocasiones tuve la suerte de oír su castellana y franca voz a través del
teléfono. Fue con motivo de enviar mi trabajo pionero a la revista Al-Andalus
— Magreb que, bajo el impulso de su gran ilusión junto con la de
otros arabistas, iniciaba su andadura en 1993, un año antes de que el añorado Profesor, definitivamente, nos
abandonara.
La primera ocasión fue
para darme cuenta de la recepción del trabajo y para dar testimonio de que en mi escritura –tensa y al mismo tiempo
sosegada– subyacía
un profundo amor por la literatura Magrebí.
"Pero está claro –proseguía él con
llaneza-, se trata de Literatura francesa".
Al oír su afirmación explosionó en mi un raudal de palabras, flujo y reflujo
emocionado que se acrecentaba y que el insigne
arabista escuchaba con delicada atención.
Hoy quiero recrear y hacer público, en homenaje a su memoria y en profundo agradecimiento, por haber servido de qanṭara, puente, pasarela y eslabón entre Una y Otra Literatura (publicado en Al-Andalus — Magreb 1997).
Y así proseguí, en nuestra conversación
telefónica:
» Esta
literatura esta teñida de un rico caudal lingüístico, de una rica polifonía, puesto que no solo la lengua francesa sino la lengua árabe, la cabileña y el
tamazigh riegan el mismo campo de ensoñación magrebí.
La aculturación, como injusta situación impuesta, fomentó la angustia de esos "híbridos", de esos bastardos históricos como los llamó el escritor argelino Jean Amrouche. Pero, profundizando algo más, se podría decir también que el escritor es unión de dos personas, de dos identidades, estancia de un discurso cotidiano, o bien estancia de un discurso artístico.
Luego, el conflicto –estimado profesor Justel– se va a establecer en esa relación dual. Conflicto que se acrecienta cuando se trata de escritores de origen extranjero o bilingües. Estos escritores, llámense Ionesco, Beckett, Memmi o Chraïbi, son sensibles a un modelo, al cliché francés, y lo explotan transformándolo, oponiendo sus propios modelos, dotados de gran riqueza, puesto que todo distanciamiento, de forma esquemática, debe ser interpretado como acto subversivo, como ultraje, incluso como violencia, por todos aquellos que fueron obligados a formarse en la cultura del Otro como lo fueron los escritores magrebíes.
Este escritor de
origen árabe siente la contradicción al querer recuperar su propia nacionalidad y al no querer rechazar la forma de expresarse del Otro...
—Si, queda claro - -, pero esta Revista es únicamente de
Literatura Árabe... (dejaba solo responder al Profesor Justel en mi corta pausa-respiro).
»... A esta Literatura se le podría hacer la lectura de "literatura árabe de lengua francesa"–insistía yo–, porque es como si dijéramos que la literatura suramericana por utilizar el español o el portugués –lenguas de colonización– no fuera chilena, argentina o brasileña. Ismaïl Kadaré, Jorge Luis Borges, Milan Kundera o Gabriel García Márquez no se sienten avergonzados por ser escritores: albano, argentino, checo o colombiano.
Aún más, estas culturas perdieron sus lenguas aborígenes, pero no sucedió lo
mismo con las magrebíes que salpican
los textos de lengua francesa. Porque en el papel, pergamino numerosas
veces tachado y muchas veces utilizado, la memoria "violada" guarda en su palimpsesto las palabras que fueron
"suprimidas" y que unas veces se funden
y otras se confunden, en búsqueda de esa identidad herida. Escritura, por
tanto, que se dibuja en la máxima soledad y en la violencia del texto,
como señaló Abdelkébir Khatibi, escritor marroquí.
—¡Cuánta emoción! –me
decía lleno de amabilidad el Dr. Justel.
Y al otro lado
del hilo telefónico, "oía" la sonrisa y "veía" el
asentimiento del arabista que me estimulaba a seguir defendiendo esta
Literatura:
» De todos los escritores magrebíes de lengua francesa, que tomaron prestadas algunas sílabas ilícitas a la lengua del Otro, fluyen textos que tienen sabor a infancia, y a ese primer nacimiento de algarabía sonora. Puesto que escribir en la lengua del Otro, no es olvidar el origen, es distanciarse un tiempo de la tierra natal, es alejarse un instante del arrullo materno a la luz de la luna, es habitar el nombre propio como lo hizo el alma del martinico Saint-John Perse y es estar mas allá de cualquier país y, sin embargo, presente en el propio país, transmutado y disfrazado en la lengua que transporta al escritor, que lo reconforta, lo soporta, y que el mismo escritor ama y detesta.
» Porque volverse a reencontrar con una
identidad mutilada por medio siglo de dura colonización en Argelia (ciento treinta y dos años) y de "protección" en Marruecos y
Túnez, y tener que asumir esa identidad en
la lengua del Otro con despecho –puesto que momentáneamente se ha perdido el
uso de la propia lengua– va a
ser la paradoja de una escritura que trabaja el cuerpo magrebí
dentro de un margen esquizoide, en un principio, pero que, sin embargo, parece
ser necesario para la creación.
» Serían innumerables las reflexiones hechas por los escritores magrebíes, pero en general, y sobre todo en los poetas, existe un intento por hacer una escritura magrebí, en francés, para mejor poder ofrecer una sensibilidad y un lirismo vivo, como de electrochoque o de rapidísimo flash, con el fin de plasmar una cierta sensibilidad en erupción, un puente inaccesible entre la lengua árabe –hechizante, voluptuosa– y la lengua francesa –conceptual, cartesiana–.
Intento de elaborar una traducción (finísima
gota de rocío) que se balancea con equilibrio sutil de una a otra lengua, como
ha quedado plasmado en la escritura de Kateb Yacine, Assia Djebar, Tahar Djaout, Driss Chraïbi: ¡escritor
por el que llegué a descubrir y a adentrarme por estas Literaturas!
» Aunque desgarrado por esa inquietud, el escritor cree en la importancia de lo que dice (aunque sea en lengua francesa), en la importancia, también, de recuperar, a través de la memoria, lo que ha quedado impreso por medio de la palabra y cree, también, en la poesía situada fuera del espacio y del tiempo (puesto que el poeta, a la escucha del tiempo, ni guía ni profeta) no escoge esta o aquella otra forma de lengua con el fin de querer significar algo, ya que la lengua siempre significa y es significativa para siempre.
Todas estas inquietudes expresadas, tanto en lengua árabe como en
lengua francesa, se van a complementar al mismo tiempo que se contradicen,
y será, precisamente, en esa encrucijada
de gran enriquecimiento, de dar y recibir, cuando resurja una nueva inteligencia nacida en el último decenio del
Protectorado que no se va a limitar
solamente a denunciar, sino que, muy al contrario, son estos mismos escritores los que van a participar, todos, y cada uno,
en la elaboración de una nueva Literatura, ofreciendo las
bases teóricas y prácticas de la cultura nacional magrebí con sus dos máximos componentes: la cultura popular, y la joven
literatura que, a medida que la lengua francesa reestructura la lengua
materna, se adueña de ese juego de
seducción.
» Seducción de palabras que se taracean, unas en otras, en una lengua de amor que guarda ciertas reglas de cortesía y de delicadeza; como lo hacen actualmente los escritores marroquíes Chraïbi, Khatibi, Sefrioui y Ben Jelloun quienes sin llegar a desarrollar esa paradoja y explorando el silencio de esa lengua del amor -venida de otra memoria- hablan, sueñan en una lengua y escriben en otra. Lengua que no es materna ni paterna, sino que, en tanto en cuanto que es experiencia de escritura, es impersonal.
Si, impersonal en doble sentido, puesto
que, por una parte, la lengua no pertenece a nadie y por otra parte,
se encuentra enmascarada en un legado simbólico que se intercambia con otras lenguas.
— Leonor, no me queda más remedio... –me decía en un suspiro el insigne arabista, después de escuchar mis reflexiones.
» ... Claro –proseguí–: los escritores y poetas magrebíes
que escriben en lengua fran-cesa la
escogieron por no conocer la lengua árabe o bien porque aún alguno conociéndola, prefirieron aquella y que, en momentos de máxima
tensión durante la guerra por la liberación,
fue utilizada para hablar con Francia, el único y mejor medio para desarmarla, para "hablar al enemigo en
su propia lengua", como decía Kateb
Yacine.
» Por otra parte, sería inconcebible pensar que no se realizase la arabización, la vuelta a la lengua nacional, puesto que toda independencia es hacerse cargo de nuevo de todos los elementos constitutivos de la propia nacionalidad, culturales, económicos y morales que el colonialismo frustró, especialmente en el caso de Argelia.
Luego, no solo es
deseable sino necesario que se produzca una
arabización seria, que no es un problema puramente técnico, sino un problema de liberación que debe ser realizado en
todos los terrenos y a todos
los niveles, pero tampoco debemos olvidar que la lengua francesa dejó su sello como enseñanza y cultura universal.
» Porque a pesar de todo, el texto magrebí,
consciente o inconscientemente, quiere ser la
intersección de dos culturas, la de Oriente y la de Occidente, y proclama, siempre, su carácter universal, aunque al
escritor le duela esa "marginalidad". El escritor, por así decirlo,
no pertenece a su lengua ni a su ámbito local, aunque ambos sean los elementos
constituyentes de su obra.
Una vez publicada, difundida y "expuesta" al aire del
Tiempo, la obra del escritor es Universal» (así finalizaba yo con gran emoción contenida).
Al día siguiente de esta conversación –egoístamente monologada–, el insigne arabista (que con tanto amor y empeño luchó por la ansiada especialidad de Filología Árabe en la Universidad de Cádiz) me llamaba por teléfono, por segunda vez.
Primero, para tranquilizarme. Luego, para decirme que el trabajo dedicado a "Tres escritores magrebíes de lengua francesa" había sido aceptado en el primer número de la Revista de su Departamento: Al-Andalus — Magreb.
Gracias infinitas,
Profesor Justel, Amigo Bueno, por su sensibilidad, por su generosa paciencia en escucharme, por ese guiño
cariñoso, por esa sonrisa cómplice, que
desde el cielo una Estrella nos envía con fulgurante destello.