ESTUDIO
DE "AMARZAD, EL MAGO FLOR Y LOS CINCO REINOS"
de
Saïd ALAMI
Leonor
MERINO
Dra. Universidad Autónoma de Madrid
Escritora-Poeta. Traductora
Dirª
“Colección Poética Wallāda” (Ed. Diwan)
Amigas-Amigos:
La
escritura –también el análisis de un texto– se convierte en instrumento de
creatividad. El acto de escribir rima con pulsaciones: respiración,
palpitaciones, movimientos peristálticos, ondas cerebrales: alcanza el fondo
del ser. Así, tener un texto entre mis manos es, también, analizarlo
desde los elementos heterogéneos que lo rodean –el
paratexto autorial– y que desempeñan el papel de introducirlo y presentarlo,
condicionando la lectura.
Entre esos elementos, el título, el epígrafe,
se convierte en la mejor etiqueta, inaugurándose, por ese medio, el protocolo
de lectura; puesto que el mensaje, que desea transmitir el texto literario,
toma forma desde el mismo título –máscara codificada–, que permite verificar la
hipótesis de si texto y título convergen hacia la misma óptica.
Gerard Genette, crítico y teórico literario,
cita a Antoine Furetière, erudito lexicógrafo:
«un buen título es el verdadero proxeneta de
un libro».
En efecto, el título de esta novela hace honor al texto,
publicado por la Ed. Nueva Estrella, 2021, 794 p.
1.- “AMARZAD”: recoge el nombre de ÁMAR en la dedicatoria –que igualmente forma parte del paratexto
autorial– y que aquí me interesa, en esa situación
interactiva del autor con el lector, al que informa de su relación familiar:
“A mi nieta”.
El sufijo de este nombre:
ZAD recoge Sherazad – شهرزاد – consustancial a las Mil y una noches
y a Oriente: un acontecimiento capital de la Historia de las naciones
occidentales en su descubrimiento. Sería más exacto hablar de una conciencia
del Oriente, continua, comparable a la presencia de Persia en la historia
griega. Además de esa conciencia del Oriente, existe algo vasto, magnífico, cuando
se piensa desde Occidente.Al regresar a Alejandro Magno (s. IV a. C.) que conquista Persia, India…
Se trató del inmenso encuentro con Oriente, que tanto afectó
a su personalidad. Ya le había sido vaticinado el dominio de Oriente y
Occidente. Y es celebrado bajo el nombre de “Alejandro Bicorne”, porque dispone
de los dos cuernos, del Oriente y del Occidente. El Corán recoge este
personaje histórico, en algunas aleyas: sura 18. Y los escritores árabes hablan
de sus hazañas, por medio de los narradores de historias instalados en el
centro mágico del círculo –halqa–, por solo citar a un escritor contemporáneo: Abdelhak Serhane.
Y dice el poeta romano Juvenal (finales del siglo I):
“Ultra Aurora et Ganges” = «más
allá de la aurora y del Ganges».
En esas cuatro palabras se halla el Oriente: fascinación
para Occidente.
En la palabra Oriente sentimos la palabra oro y, en muchas
ocasiones, cuando amanece, se ve el cielo teñido de oro.
En la novela se citan dos ciudades españolas: Toledo: nos
llega la encrucijada de culturas, con meridiana intención del autor, en los vestigios de una historia compartida. Así, en Toledo
viven las “Hermanas López de Castilla”: brujas en el arte de la transmutación.
Se
nombra a Córdoba, capital de los Omeyas y de la civilización mundial: “cúmulo
de enseñanzas en todos los campos del progreso, incluido el urbanístico” (p.
670), así como lo fue su ingeniería en la conducción de las aguas y su
aprovechamiento de manantiales y correntías. Solo con citar a esta ciudad, sentimos,
íntimamente, esa evocación, esa presencia del Oriente.
Me
detengo aquí, estimados lectores, porque esa seducción se traslada a la
escritura y a la pintura “orientalista”, incluso a nuestro vecino Marruecos,
donde comienza lo “oriental”, para el público en general, por lo que hago
siempre hincapié en establecer diferencia entre el “turista” –cual Sísifo: fardo su maleta– y el bagaje cultural del viajero –el bastón, ligera caña, por compañero: cuerpo y
alma en el viaje.
2.- “EL MAGO FLOR”
de nuestro planeta (antes SVINDEX). Aquí nos encontramos con la magia, donde
existe mecanicismo y expectativa causal. Esa relación puede deberse a una
lámpara que se frota o bien a otros objetos detallados en el texto (vestido,
corona, collar) o la “sortija esférica” que se acaricia, se susurra o bien, con
solo fijar la vista en ella: aparece el mago.
Presencia que puede ocurrir en
cualquier momento: transferencia corporal, instantánea de cuerpos y materia de
un lugar a otro, a través del espacio cósmico: “utilizando la eliminación de la
percepción del paso del tiempo”, como señala XANZAX (el “Mago Supremo Galáctico”),
pero: “sin indagar en los misterios, porque desentrañarlos podía echar a perder
la buena estrella que viene con ellos” (p. 701).
Ah, amigas-amigos. Enorme es el poder colosal
de la mente y lo que llega a generar: puede hacer ver a los demás lo creado por
quien posee ensoñación, para adentrarse en ese mundo mágico y olvidar: “temores
y dudas que no dejan sosegarse al ser humano, incrédulo e impaciente como es
por naturaleza” (p. 107).
Y así, qué satisfacción, volverse niños, poder
cabalgar, en fina alcatifa de poético dibujo geométrico y composición
tornasolada, hacia un mundo de figuras arquetípicas: el sabio, el héroe, el
bufón, el gobernante, para llegar al planeta “Kabir” que, en ocasiones, es
alcanzado por fuerzas “extrakabirrestres”(p. 235) y carros espaciales
que “akabirrizaron” (p. 175), procedentes del planeta Qalam [قلم sura 68] y de
la “estrella Kaff” (p. 237) y de al-Kaff
al-Khadib: la palma de la mano manchada no lejos de la estrella “Alderamin” – الذراع اليمن:
“el brazo derecho”.
Debo señalar que existe, en
la novela, un estudio onomástico, rama de la lexicografía: formación de nombres
propios, lugares y seres vivientes.
Igualmente, un estudio
astronómico: la Tierra del sistema planetario XALZIYA; los terráqueos del SOL.
Sistemas planetarios vecinos: las estrellas de ALFIRK, ALKIDR, ALKURHAH. El
planeta DURRA de la estrella ARRAI.
Y qué decir de la existencia de brujos, “viles adoradores de Satanás”, “cuya tierra de
brujería por antonomasia es Mesopotamia” (p. 398), y que se ocultan en grutas y
recovecos terrestres adquiriendo múltiples y horrendas formas, para luchar contra los magos; así como los genios malignos
–yinn– de extrema
violencia y pertenecientes al mundo de la brujería, llamados “sharrwes” (p.
515), inmunes a los escudos protectores de los magos.
Si en la Filosofía de Lao
Tse (IV a.C.) lo absoluto está más allá de los contrarios, encuentro aquí la
búsqueda aristotélica de la eudaimonía –esa felicidad en el bien supremo entre todos los que
pueden realizarse–, en el Libro
I de la Ética a Nicómaco.
En el texto de
Saïd Alami existe una lucha dual entre el Bien y el Mal: el Yang (fuerza
clara) y el Ying (fuerza oscura), lo positivo y lo negativo; los opuestos de
los que brotan los fenómenos y que, en el texto, tiene superioridad el primero con
virtuosas acciones y actitudes hacia el Otro, puesto que hasta: “las sonrisas se equiparan a dar
limosnas” (p. 440).
Existe, también, el papel
que desarrolla el Destino –Maktub: está
escrito– y nuestra capacidad de aprehender
o no esas señales y, por consiguiente, de interpretarlas. Porque: “El ser humano siempre es así, creyéndose dueño y señor de
su mañana, cuando ni siquiera puede garantizar lo que le puede acontecer en el
siguiente momento de su vida” (p. 547).
La
tabla del Destino es hilo tejido por la creencia en Dios –tenido muy en cuenta en el texto–: su respeto
y la asunción del destino “que Él nos haya elegido” (p. 699), puesto que así
expresa el “remoto verso árabe: en lo que se tarda en parpadear, cambia Dios
una situación por otra distinta” (p. 469).
3.- “Y LOS CINCO
REINOS” cuyo sufijo persa –STÁN– significa “lugar de”–: SINDISTÁN,
NAJMISTÁN, RUJISTÁN y NIMRISTÁN son países con sus correspondientes capitales y
reyes, así como QANUNISTÁN es el sultanato de gran importancia y en el que se
menciona “la ley” – قانون –. Los “cinco”
se nombran con gran destreza, con el fin de tomar el hilo del relato y se
detallan en un mapa, en la parte posterior de las contraguardas. Así como el “Índice”
recoge los nombres de los personajes y de los lugares.
Todo ello, junto al título de los 52 capítulos y la
hoja de “Colofón”, dando cuenta de fechas importantes políticas y culturales en
el mundo árabe-musulmán, forman parte, asimismo, del paratexto citado
anteriormente.
En la novela, que se inicia con la fecha
1294, descubro la sabiduría que me lleva de nuevo a Lao Tse y que indica cómo
el ser humano llega a un laberinto de errores, donde comienza a enloquecerse
por el afán de conseguir cosas o poder, y dice Alami: “poder sin cordura no
traería más que catástrofes y sufrimientos” (p. 44).
De esa forma, cuanto más alejado se está de
la locura del afán, tanto más nos libraremos del yo: ese pequeño yo que
sostiene una Vida en el lapso de tiempo que va del Nacimiento a la Muerte, puesto
que la persona no es más que la vestimenta mortal que se despierta al pasar por
la vida.
Mi reflexión encuentra su eco, en las
palabras de Alami: “todo es efímero y desaparece con el tiempo, por más que
este se alargue” (p. 42).
El Tao enseña la flexibilidad de las fuerzas
del alma y que las fuerzas internas tienen que hacerse: río calmo y vencer los
obstáculos.
Dicen mis versos:
“Para no estar a oscuras/mirar la pequeñez/
Para ser fuerte/tierno mantenerse/
Porque la vida es blandura/la muerte rigidez”.
En la novela se lee: “la cólera suele ser la
peor consejera” (p. 127) y “la tranquilidad en la mayoría de los casos, la
llave y la clave de la salvación, mientras que el pánico suele ser la causa
principal de la derrota y de la perdición” (p. 377). ¡Obra salpicada de lección
moral!
En las luchas intestinas por el poder –explícitas
en la novela de Saïd–, el Tao señala y enseña que es posible reconocer las
fuerzas de las armas, pero estas no pueden vencer, puesto que un árbol, aunque
sea fuerte, siempre puede ser podado.
Recojo de la novela: “todo poder que nace de
las armas solo sirve para vencer momentáneamente y pagando un precio muy alto,
pero nunca para salir beneficiado definitivamente ni para siempre” (p. 195).
Y aquí, deseo hacer mención al autor como gran
estratega en el planteamiento de las batallas –que conocía por mis
conversaciones con él y en su admiración de la batalla de Guadalete–. Descripciones
excelentes con tropas alineadas, ataques, contraataques, escaramuzas, asaltos
con hombres empuñando alfanjes y dagas, llevando arcos y aljabas en bandolera
repletas de flechas y portando estandartes-pendones.
Magníficas exposiciones, casi incruentas,
donde el aire lleva alaridos, aullidos y quejidos, aunados al choque frontal de
armas y escudos, estallido de alabardas, desafiantes bufidos y potentes relinchos, el piafar amenazante de caballos y fuertes
barritos de elefantes –todo eso he “sentido”, he “escuchado”.
Igualmente, vocablos sobre la vestimenta en la
preparación para las batallas, sobre las máquinas de guerra como los almajaneques,
sobre la estrategia en el camuflaje y sobre el cuerpo a cuerpo, en el ataque
por sorpresa.
Si el hakawati es un contador de
historias, mitos y fábulas, Alami es potente narrador y esclarecido hispanista
de meticuloso trabajo, la diégesis transmite historias dinámicas, visuales,
cinematográficas.
Las imágenes se me aparecían en secuencia de
viñetas con sus respectivos bocadillos en diálogo: ¡una lectura para todos los
públicos! Los personajes con su intriga, la política, las traiciones y, también,
el Amor, cobraban vida por lo que no deseaba desasirme de ellos, hasta
finalizar el texto, de 800 páginas, en mi lectura continuada.
Igualmente, en mi pensamiento y sentimiento por
Palestina, cada vez más diezmada, la he visto esbozada en pasajes de los que
pergeño algunos para no ser prolija:
“Se enfrentaban a un ejército que se defendía
con uñas y dientes si hacía falta, pues se jugaban la suerte de su patria, su
libertad, y su independencia, tres valores irrefutables de los pueblos para
poder ser considerados dignos y soberanos, y no ser humillados y esclavos” (p.
751).
“La desesperación genera arrojo y coraje ya
que nada ha de perder el miserable salvo su miserable vida” (p. 478). Y ante la
desidia e hipocresía de los países y sus gobiernos, leo:
“Qué diferencia hay entre maltratarnos o
dejar que nos maltraten. Dejar que te maltraten, pudiendo ayudarte e impedir
que suceda es igualmente maltratarte” (p. 478).
La defensa del honor, contra cualquier
intento de menosprecio: “No me des de beber miel estando humillado y dame de
beber hiel estando mi orgullo salvaguardado” (p. 288).
En la denuncia de toda colonización –que
tanto he estudiado en mis obras–, nos dice Saïd: “El ocupante siempre es
altanero, porque tiene firme creencia de que los ocupados son inferiores a él,
pues los ha derrotado y se ha apoderado de su país” (p. 622).
Amigos:
Desde
tiempo inmemorial, un relato podía tener dos formas de finalizar: transcurridas
las pruebas, héroe y heroína se casaban o morían. El sentido último tiene dos
caras: la continuidad de la Vida, la inevitabilidad de la Muerte.
En
la conclusión de la novela existe el gallardete de la Felicidad –que no voy a desvelar–, donde el Amor es fuerza que
transforma y mejora el Alma del Mundo que nosotros alimentamos, porque la Tierra,
donde vivimos, será mejor o peor según seamos mejores o peores.
Ahí es donde radica la
fuerza del Amor, porque cuando amamos: deseamos ser mejores de lo que somos
para construir y no destruir, como se lamenta el mago FLOR ante AMARZAD: “Nosotros
sabemos de varios que
terminaron siendo destruidos por la extrema irracionalidad, codicia y
agresividad de los seres inteligentes que los habitaban” (p. 43).
Y
es que el Mundo está hecho de
correspondencias, está lleno de espejos mágicos, y la ciencia de la Alquimia, que se halla en los relatos
árabes y a
la que hace alusión la novela, acerca al plano material la perfección
espiritual y la sabiduría.
Y la importancia de los sueños, los medios que utilizamos para lograrlos,
como los ha llevado a cabo Saïd Alami con esta destacada obra: galaxia de
significantes, donde los códigos se perfilan hasta donde la vista: mi/nuestra imaginación alcance.
Así como invita/mos a ser zahorí –zuharī quien descubre lo oculto– del ingenio y buscadores del Alma Humana.
Muchas gracias por la
atención.