Leonor MERINO GARCÍA
Frente a la inmensidad del desierto y del firmamento, se comprende el significado de la nada, la vanidad de la Historia y de los pueblos destruidos. Tantas burbujas vanidosas de lo inexistente, internándose poco a poco en la niebla.
Empleo prosa poética, como justificación de la vacuidad, pero alguien, tan importante como Shakespeare, dijo ya en Macbeth: “La vida es una sombra tan solo, que transcurre; un pobre actor que, orgulloso, consume su turno sobre el escenario para jamás volver a ser oído. Es una historia contada por un necio, llena de ruido y furia, que nada significa”.
Gracias, por aceptar mi siguiente texto:
“UN SUEÑO EN UN SUEÑO”
Multitud de gente camina por la soleada ágora.
Imagen: Xul Solar |
Y, en un susurro, un
lamento: “¡esos son mis versos!”
Más allá, una mujer menuda airea con soltura su paso cubierto por una capa corta, sin olor alguno –tan artificial la siento–. Sobre la frente –cabello de nieve– una corona de laurel: cada hoja peciolada proclama premios recibidos; su mano –sarmiento– muestra un pergamino –tan espurio…– de sus traducciones al dialecto jónico, al micénico y a otro que no alcanzo a entender…
Más allá, una mujer menuda airea con soltura su paso cubierto por una capa corta, sin olor alguno –tan artificial la siento–. Sobre la frente –cabello de nieve– una corona de laurel: cada hoja peciolada proclama premios recibidos; su mano –sarmiento– muestra un pergamino –tan espurio…– de sus traducciones al dialecto jónico, al micénico y a otro que no alcanzo a entender…
Alejada y rozando un
muro, la frente inclinada, se desliza una delgada sombra –la mía se
aproxima con cautela…
Imagen de Xul Solar |
Un hombre transpira.
Huelo esfuerzo.
Insomnio, en las
arrugas profundas.
De las comisuras, la
ensoñación.
Del cabello
desordenado, la ausencia de espejo.
En una mano, un cálamo.
Un pliego, en la otra.
Me habla su Silencio.
Un tornado, en su
interior.
En su túmulo presiento
las palabras del poeta John Keats: «Aquí yace alguien cuyo nombre fue
escrito en el agua»; siento que el Poeta trasladado a mi mundo
“moderno” –ay–, rechazaría todo premio institucional: no por
hacer ruido o darse importancia sino como
posicionamiento ético,
pues para él la escritura y la creación no es compatible con la
competición; así como otro poeta puede rehusar todo juego político y algún
otro se solidariza con sus compañeros de arte o escritura, por ser sus
Maestros igualmente meritorios del premio que él rechaza.
Así ocurrió con
Joseph Andras. Antes, Georges Sand (Amandine Aurore Lucile Dupin).
Luego, Boris Leonidovich Pasternak, Jean-Paul Sastre, Simone de
Beauvoir, Albert Camus, Julián Marías y Jordi Savall. También
Claude Monet, Marlon Brando, George Brassens, Thomas Piketty y Bob Dylan.
Imagen: Xul Solar |
Círculo que abraza el
principio:
En un sueño despierto…
Un cortejo fúnebre.
Susurros.
El cuerpo inerte de Ibn
Rushd
–Averroes–
sobre un mulo.
Su contrapeso,
todos sus libros.
Tal vez aún es posible,
en medio de tanta soberbia, ante la radicalidad de la Vida, competir, optar,
por la Belleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Opinar sobre ello. ¡Gracias!