Cine Magrebí:
préstamos literarios,
ideológicos y estéticos
Leonor
MERINO
Dª Universidad Autónoma de
Madrid
(ponencia
expuesta y publicada: Universitat d’Alacant, Universidad de Alicante, “Litertura
i spectacle”, “Literatura y espectáculo”, Simposio de la SELGYC: Sociedad
Española de Literatura General y Comparada, 2014, pp. 395-404)
Resumen
El
cine magrebí desarrolla estrechas relaciones con la literatura de la que hereda
su peso ideológico y estético. La reescritura fílmica o literaria ocupa un
lugar central en la cultura árabe magrebí.
Así las experiencias tunecinas del “Nouveau
Théâtre”, las reproducciones fílmicas de las novelas de Tahar Ben Jelloun, La
Nuit Sacrée, La prière de l’absent; la película Les Oliviers de la Justice, según la novela homónima de Jean Pélégri; L’enfant endormi, relato homónimo de Noufissa
Sbaï o su novela L’amante du Rif, basada en Al uyún al
yaffa / Los ojos secos de su hija Narjis Nejjar.
También,
memoria, genealogía y mito se taracean en las reproducciones cinematográficas
bereberes: La
Colline oubliée -novela de Mouloud Mammeri-, Machaho y La Montagne de Baya.
¿Se podría establecer el
concepto de trasvase histórico-cultural, apreciado por Michel Serceau, donde el
contexto socio-histórico y las condiciones de realización desempeñan un papel
determinante para la apropiación de la obra literaria?
Palabras
clave: cine
magrebí, novelas homónimas, préstamos literarios, ideológicos, estéticos,
míticos.
Abstract
Maghrebian cinema developes close relations
with literature from which inherits its ideological and aesthetic weight.
Filmic and literary rewriting keeps a central place in Maghrebian culture.
Filmic and literary rewriting keeps a central place in Maghrebian culture.
As examples cited: Tunisian experiences in
“Nouveau Théâtre”, the filmic reproductions of Tahar Ben Jelloun’s novels, La
Nuit Sacrée, La prière de l’absent; the film Les Oliviers de la
Justice, according to Jean Pélégri’s homonymous novel; L’enfant endormi,
the Noufissa Sbaï’s homonymous story or her novel, L’amante du Rif,
based on Al uyún al
yaffa / Los ojos secos, her daughter’s screen-play, Narjis Nejjar.
At same time, memory, genealogy and myth inlay
in Berber cinematography: La Colline oubliée -Mouloud Mammeri’s novel-, Machaho
and La Montagne de Baya.
Could be established the concept of
historical-cultural transfer, evaluated for Michel Serceau, where the
social-historical context and the creation conditions perform a determinant role in the adequacy of literary work?
Key
words: maghrebian cinema,
homonym novels, literary, ideological, aesthetic and mythical loanwords.
1. ADAPTACIÓN: MEMORIA,
GENEALOGÍA, MITO
La producción cinematográfica -una
forma de literatura- se
revela cada vez más deudora con la escritura novelesca o teatral no sólo por
los préstamos literarios, sino también por las numerosas similitudes
ideológicas, estéticas y temáticas entre la imagen y la escritura.
De
hecho, la reescritura fílmica o literaria ocupa un lugar central en la cultura
magrebí. Sobre todo, cuando se conoce que las películas coloniales proyectadas
en el Magreb representan un 75% de las “adaptaciones” (Benali, 1998).
Sí,
adaptación -una
de las numerosas interpretaciones posibles del texto original- y
también porque cualquier material, periodístico, personal, imaginario, sufre un
proceso de adaptación para ser llevado ante el lector o espectador. De la misma
manera que tampoco el cine puede eludir su dependencia de lo palpable, aunque el/la cineasta
intente estar a la vez, como funambulista, en la vida y en la ensoñación.
Y es que se debería hacer vivir,
en el sentido más carnal del término, el mundo evocado por la escritura,
insuflarla, doblarla con otra dimensión, una fidelidad abierta que no se
ofusque con una lectura personal de la obra.
Entre ficción y documental es la
película de James Blue Les Oliviers de la Justice (premio de la “sociedad
de escritores de cine y televisión”, Cannes1962), según la novela homónima del escritor pied-noir
Jean Pélégri -argelino de nacimiento y de
ascendencia española-, en cuyo rodaje participa con
el fin de dar cuenta de los últimos meses que preceden a la independencia y con
el fin de esforzarse en hacer justicia a la comunidad argelina -los suyos-, como narra ya en su relato, Ma
mère, l’Algérie (1989, 1990):
puesto que ha tenido que soportar “leyes cínicas y segregadoras”, por parte del estado francés, desde su colonización, en aquel 13 de junio de 1830, desde el momento mismo del desembarco de los franceses en Sidi Ferrouch: hecho traumático, que han recreado también las escritoras argelinas Assia Djebar (1985), Fátima Bakhaï (1996) o Maïsa Bey (2008).
puesto que ha tenido que soportar “leyes cínicas y segregadoras”, por parte del estado francés, desde su colonización, en aquel 13 de junio de 1830, desde el momento mismo del desembarco de los franceses en Sidi Ferrouch: hecho traumático, que han recreado también las escritoras argelinas Assia Djebar (1985), Fátima Bakhaï (1996) o Maïsa Bey (2008).
Esta película, rodada en su
mayor parte por actores no profesionales durante los últimos meses de la guerra
de Argelia en las ricas llanuras agrícolas y pastorales de la Mitidja y en las calles de Argel, pone en
escena el retorno de un pied-noir con el fin de resuscitar la imagen del
padre -ahora en agonía-, así como el anhelado sueño argelino.
También
recoge la injusticia colonial -en este caso en las altas montañas de Cabilia y al linde
de la Segunda Guerra Mundial-, la adpatación de Abderrahmane Bouguermouh de la
novela homónima del escritor argelino Mouloud Mammeri -figura de pro en la
divulgación de la cultura tamazight (bereber)-: La Colline oubliée
-una
de las primeras películas rodada en esa lengua inmemorial, que fue rechazada
por la comisión de lectura en 1968 para finalmente ver la luz en Francia en 1997.
Una
pequeña sociedad tradicional, una juventud, en un momento crucial, que intenta
vivir a pesar del tifus, a pesar del ejército francés que se lleva a los
hombres hacia una guerra que nada tiene que ver con ellos, y cuyo coraje no
será reconocido. Guerra y resistencia, unidas al respeto de las tradiciones, la
atracción por otra cultura, la prohibición del amor y el amor condenado.
Película arropada por una hermosa música y los grandiosos cantos de Taos
Amrouche.
Las
películas Machaho (1994)
de Belkacem Hadjadj y La Montagne de Baya (1997) de Azzedine
Meddour, más allá de sus temáticas, comparten el privilegio de ser realizadas
también en esa lengua citada y durante mucho tiempo oprimida, por lo que se
devuelve a Argelia su dimensión amazig.
Machaho
(“Machaho tellem chaho”: fórmula
ancestral y mágica para comenzar los cuentos cabileños que también dio a
conocer Mammeri) da vida a montañas pedregosas, inhóspitas, tocadas de áspera
belleza, donde un campesino de la Cabilia recoge a un joven, desvanecido en un
oculto bosque nevado, al que cuidarán la mujer e hija -Ferroudja-, del
compasivo hombre.
En La
Montagne de Baya (en flashback La colline oubliée), debido a
la insurrección contra la ocupación francesa, un pueblo es condenado al exilio.
Apenas regresan sus hombres, cuando, de nuevo, son expulsados por los soldados
del jefe local: un notable, el bachagha. Sin embargo, su hijo al
reconocer a Baya -hija
a su vez del jefe espiritual-, quiere llevársela con él y para ello mata a su marido.
El bachagha, para borrar este crimen, entrega a la joven viuda una bolsa
de luises de oro, la ddiya o “el
precio por la sangre vertida”. La comunidad, errante y totalmente empobrecida,
exige ese dinero a Baya para pagar el impuesto de guerra y recuperar así sus
tierras. Pero Baya se niega rotundamente. A pesar de las múltiples calamidades,
dolorosos sacrificios, por las que atraviesan todos.
Antígona obstinada -Juana de Arco bereber como
Fadhma N’Soumeur o la Khahina-: Baya, en esta fábula, representa, con su
determinación y perseverancia -y con el acallado propósito de vengarse-, la lucha por los valores esenciales, el
respeto al código de honor, así como el coraje y el ejemplo ante todo un
pueblo, al que empuja para que logre despertar a esa montaña árida, pedregosa e
infértil, y convertirla así en tierra fecunda.
Este himno a la resistencia, a los ritos y a
los códigos ancestrales no es expresión de folclor sino exorcismo, a través del
mito, de las fuerzas del mal que devastan al ser humano.
Así, Azzedine Meddour provoca la emergencia de una
individualidad portadora de valores en dos sentidos: la memoria colectiva y la
personal. Tenacidad para
reencontrar las propias referencias: memoria, genealogía y mito, señales
necesarias, en estas reproducciones cinematográficas cabileñas contra los
atentados al ser humano y al escandaloso destino al que quieren conducirle. Sus
mensajes no son inútiles, puesto que, en los realizadores de estas películas,
su fin no es sólo hacer de esas herramientas otro medio de expresión, sino ir
lo más lejos posible en búsqueda de referencias identitarias para construir un
relato fílmico original. Han comprendido que el arte no es sólo reflejo de la
sociedad sino, también, aportación para su evolución.
2.
TAHAR BEN JELLOUN: TORTUOSOS PALIMPSESTOS
En la novela de Tahar Ben Jelloun La nuit sacrée -premio
Goncourt 1987 y continuación de su novela L’enfant de sable- y en
cierta ciudad marroquí, un padre con siete hijas, persuadido de que alguna
maldición planea sobre su familia y, sobre todo, para impedir que su hermano
meta la mano en su fortuna, decide que su octavo hijo será un chico, incluso si
nace una niña.
Y en efecto, llamará a su última hija Ahmed y la educará en
la más estricta educación reservada al varón. Autoritaria y enigmática, vivirá
21 años enmascarando dolorosamente su identidad, según la voluntad del padre y
sin que nadie se percate. A esa edad, anuncia a su padre el deseo de casarse
con una prima. Al no poder soportar que ese matrimonio transgreda ya el último
tabú, el padre, en su lecho de muerte, llama a Ahmed y le pide que renuncie a
su proyecto.
Durante esa “Noche Sagrada” -la veintisieteava noche del mes de Ramadán cuando los ángeles descienden del cielo para poner orden entre los humanos-, el padre se desahoga de la pesada carga de su loca y terrible mentira, y pide perdón a su hija antes de morir. De ahí la importancia de la Noche del Destino, con la que el título refuerza la connotación mística de “sagrada”: “propice à la confession et peut-être au pardon” (Ben Jelloun 1987: 23).
Durante esa “Noche Sagrada” -la veintisieteava noche del mes de Ramadán cuando los ángeles descienden del cielo para poner orden entre los humanos-, el padre se desahoga de la pesada carga de su loca y terrible mentira, y pide perdón a su hija antes de morir. De ahí la importancia de la Noche del Destino, con la que el título refuerza la connotación mística de “sagrada”: “propice à la confession et peut-être au pardon” (Ben Jelloun 1987: 23).
Nombrada ahora Zahra (“rosa”, “flor”
y más aún “flor de las flores”), enterrará, en la tumba, aún fresca de su
padre, todos sus atavíos de hombre -“j’ai arraché les racines et les masques” (p. 83)-, y
se marchará en búsqueda de su cuerpo, de su identidad de mujer.
Es acogida en una ciudad santa por la portera del hammam
-llamada
“L’Assise” debido a su “fessier énorme”- y por su hermano “Le
Consul” -un
ciego que imparte el Corán a los niños y cuyo papel es representado por Miguel
Bosé-,
que se enamora perdidamente de Zahra.
A partir de ahora, “[elle] n’étai[t] plus un être de sable
et de poussière à l’identité
incertaine” (p. 138). Pero esta historia de amor
desencadena el odio de “L’Assise” -“un homme au hammam, une femme à la maison”- que,
ciega de celos, intenta esclarecer el misterio de Zahra. De su consecuencia, la
historia se convertirá en leyenda.
Nicolas Klotz, que recreó la novela homónima en la
pantalla en 1992, ha sabido dar forma a esta narración aireada en la plaza Yamaa-El-Faná
de Marrakech, basada en el manuscrito de Ahmed -hijo de Hadj Ahmed el alfarero- que decide representar, durante el día, la
grave impostura paterna con la que logra escapar de la sumisión reservada a la
mujer, y que, durante la noche y como poeta, escribe su pesada carga
inconfesable.
En el díptico, La nuit sacrée y L’enfant de
sable, se constituyen textos donde se integran otros textos, lo que permite
una discusión del proceso de escritura de manera metatextual. El teatro está
presente en la novela y en la película a través de todo un vocabulario ligado a
la actividad teatral, en una pluralidad dialógica y narrativa.
En un principio:
"la
place était déserte. Comme une scène de théâtre elle allait petit à petit se
remplir [...] Les conteurs s’installèrent en dernier. Chacun avait son rituel" (p.13).
Así, la historia será concebida o retratada,
sucesivamente, como tragedia, comedia, drama, escenificación, coup de
théâtre, en el que, paralelamente a la acción teatral del narrador de
historias, se desarrollan intertextos, soliloquios, diálogos, voces palimpsestas
(si se me permite nombrar a los espacios palimpsestos también sugiriendo la sustitución de un orden espacial
por otro[1]), que
relacionan el texto actual con otros textos, en esa manera borgiana de narrar
una historia laberíntica, en esa mise en abyme de exorcismo
fundamentalmente catártico: Ben Jelloun confiesa estar “plus proche” de Borges[2] que
“d’autres écrivains arabes” (Lindelauf 1996: 79).
El narrador de historias, como en Borges, es un “falsificador de historias”, apareciendo y desapareciendo, entre luz y sombra, lucidez y delirio. Las alucinaciones, que pueblan el relato, se enlazan con la presencia velada y obsesiva del tema de la locura, marcada por el sentimiento de la muerte. Préstamos literarios, ideológicos y estéticos, que la película ha recogido de la novela, que representan la dimensión social, religiosa y filosófica, quedando dibujada, como trasfondo, una dimensión mítica, en la que el espectador deberá escoger la continuación de la historia.
Si,
anteriormente, el punto de partida fue la historia que cuenta Zahra-Ahmed en la
halqa, de nuevo escuchamos ahora la voz del
narrador de historias -hlaïqui o meddâh- que
sabe cambiar el curso del tiempo en la mítica plaza, “lugar de olvido”:
"Un lieu de rencontres aussi
et de vie où la misère est toujours au rendez-vous, où les jeunes voleurs à la
tire font leur apprentissage, et où les femmes en quête d’une aventure viennent
étaler leurs charmes" (Serhane 1986: 28).
Las novelas-teatro de Tahar Ben Jelloun son espacio de teatralización,
escenario del diálogo entre voces dispares, oriundas de diferentes géneros y
tradiciones literarias. Y la figura del contador historias será la que
concatene esa polifonía -cacofonía a veces-, la que aglutine géneros,
tradiciones y oyentes a su alrededor.
Ese narrador de historias actúa
como catalizador de estrategias metanarrativas, debido a su posición heterodoxa
en la diégesis, y para dar voz a los personajes que hablan sobre el papel del
cuentista, del escritor, del libro, del teatro y de la literatura en la
sociedad. El cuentista
también expresa su propio cuento, y al contar su historia, se confunde con/en
ella. Identificación entre personaje y libro que aborda el autor: “je
suis le manuscrit perdu [...] je suis un livre inachevé” (Ben Jelloun 1981:
104).
Y ahora, el título de la película de Hamid Benani La prière de l'absent
(1995), tomado de la novela homónima de Ben Jelloun, es la traducción de una de
las oraciones destinada a los desaparecidos o enterrados lejos de su país o
parientes, en el mundo musulmán: La Oración de Ausente.
Pero el ausente recoge también
otras significaciones: el mártir, el Yo colectivo e individual unido a la
memoria del pasado, el pueblo marroquí con la vida confiscada.
Confirmando
así que, en Ben Jelloun, a través de las funciones de los componentes
paratextuales que son los títulos, el íncipit
y las cláusulas de los corpus de los textos, existe una fuerte motivación entre
esos elementos -considerados
a menudo marginales- y el texto propiamente dicho.
Por
otra parte, Benani, que
abrió la senda a nuevas técnicas de la narración fílmica con Wechma
(1970) -apesadumbrada atmósfera que se interesa sobre todo por las luchas internas
de los personajes-, quiso titular primeramente -la adaptación de esta novela citada de
Ben Jelloun- como Les Secrets
de la voie lactée y, a la
manera de Buñuel, darle una
dimensión internacional que no logró hacer efectiva.
Ya desde la aparición de la primera
figura del relato -el filósofo-, nos encontramos en presencia de un ser hipotético, “bien portant et
absent de la vie” (Ben Jelloun 1981: 18). Éxtasis
y búsqueda de lo imposible en esta obra, en la que el relato -aparentemente lineal pero enmarañado en
ocasiones- se deja gobernar por el desorden de la memoria y la insubordinación de
la imaginación. Atravesando las
fronteras de un lado y otro sin explicación racional posible. Sembrando en la ficción la duda, la ironía y la ensoñación.
Por eso la fábula ocupa un lugar privilegiado en el relato compuesto
por dieciocho capítulos -los personajes son percibidos como “imagen”, “sombra” o “apariencia”-, donde dos vagabundos -Sindibad y Boby-, que viven en el cementerio de Bab-Ftouh de
Fez, descubren al final de una noche, en una atmósfera prodigiosa y entre una
fuente y un viejo olivo, a un niño con rostro resplandeciente. No lejos de
alli, un caballo plateado espera. Surge una mujer, a quien Sindibad reconoce
como a Yamna, antigua prostituta desaparecida hace tiempo. Sin embargo, no es
más que la “imagen” de Yamna, que ha regresado a la tierra para cumplir una
misión: “Je suis chargée de recueillir cette petite étoile du matin et de la
mener à la source des vertus sublimes” (p. 54).
Todo testigo presencial de este hecho deberá guardar secreto, pues su
revelación lo pagará con la locura. Y con esas palabras sibilinas, comienza su
errancia, jalonada de mezquitas y morabitos, por el desierto hasta Agadir -“au
coeur de béton armé”-: recorrido simbólico, en el que Yamna proyecta realimentar al
ñino-patria en una memoria gloriosa con el fin de volver a darle la dignidad
perdida, donde lo secreto y lo extraño conducen al universo del cuento.
Más tarde, Boby se adentra en los círculos de los cuentistas, de los
iluminados -en la plaza de Yamaa-El-Faná y en el día de Achura[1]-, y entrando en trance, deseando liberarse de la
palabra que le oprime, revela el secreto que le une al niño y a Yamna y, de
pronto, la locura le alcanza.
En los confines del desierto, Yamna y luego Sindibad acogen a la muerte
en un delirio telúrico. Y la historia parece comenzar de nuevo, “nous sommes comme le sable, nous sommes l’ombre
insaisissable”.
Novela y película se codean con el
cuento, la leyenda, los ritos y mitos magrebíes, en ese arte de aprehender los
aspectos de la tradición. Los
personajes que nos llegan de la leyenda o del mito no existen más que en el
mundo imaginario, en una singular simbiosis con los problemas sensibles de la
sociedad.
3.
LUCIDEZ, ANTROPOLOGÍA: CINEASTAS MARROQUÍES
Con L’enfant endormi (2004), Yasmine Kassari nos traslada
a una aldehuela al noroeste de Marruecos y a cuarenta kilómetros de la
ciudad más cercana. Zeinab, al día siguiente de su noche de boda, despide al
esposo que emigra, clandestinamente, con el fin de buscar un medio de vida. La
joven esposa queda embarazada. Mientras espera el retorno del marido y bajo la
presión de la suegra -que se basa en una justificación histórica y legendaria-,
decide adormecer el feto.
Aunque no haya estadísticas de
este rito, y sea negado por ciertas categorías sociales, persiste no sólo en la
memoria femenina sino en la colectiva, cuyo objetivo parece ser que era:
"protéger les femmes contre des règles dures de la
religion et les faire profiter du bénéfice du doute: empêcher leur exécution
(alors qu'on voit maintenant des femmes menacées de lapidation par exemple au
Nigeria). Lorsqu'une femme non-mariée ou veuve ou dont le
mari était absent avait un enfant, on disait que l'enfant se réveillait.
C'était légalisé et ce fut la législation durant 14 siècles dans le monde
arabe. Une femme pouvait avoir un enfant des années après la mort de son mari
et cet enfant appartenait au mari décédé" (Kassari
2005).
Pero el tiempo pasa y el marido
no regresa. La terrible soledad aumenta, en un mundo esencialmente femenino.
Mientras, la cámara recoge la belleza turbadora de esa austeridad, de ese
paisaje desolador y abrasador[2].
En la película -que
obtuvo más de treinta premios en 2005 y que recoge el título de la novela de
Noufissa Sbaï-,
en una atmósfera cargada de sentimientos, esas mujeres analfabetas, que
matienen una honda relación física con su tierra -convertida enteramente en
personaje-,
no están ni recluidas ni sometidas, sino que son rehenes de la lejanía y de la
ausencia del esposo. Se puede apreciar, claramente, que los hombres son
importantes debido a esa presencia-ausencia obesiva.
Se trata por tanto de una
relación con sus propios cuerpos femeninos. El deseo del niño “endormi” oculta
un deseo de sexualidad: la falta física del esposo. La sexualidad frustrada como
metáfora de otras frustraciones, puesto que la mujeres permanecen víctimas de
un patrón cultural que las madres se encargan de aplicar en ausencia de los
hombres. Zeinab, que había perdido todo control sobre su ritmo biológico, podrá
decidir dar vida a su hijo, cuando comprenda que ya no hay nada que esperar de
un marido, demasiado lejano.
En la segunda novela de Noufissa Sbaï, L’amante
du Rif (2004), basada en la película Al uyún al yaffa / Los ojos
secos (retenida en la selección oficial de Cannes, 2003) de la cineasta
Narjis Nejjar, hija de la escritora marroquí citada, el cuerpo como gozo no se queda ya a la zaga,
aunque diferentes retratos de destinos y tristezas de mujeres se tejen en un
mundo donde nadie está al amparo.
En esos destinos, que son más bien crónicas y
calidoscopio de vivencias insoportables, algunas jóvenes orfelinas, rechazadas
por sus familias, errantes por las calles, pueden encontrar “protección” en
casa de una “patrona”, donde alegran, bailan y cantan a hombres de la alta
burguesía.
Más tarde, envejecidas -no respetadas-, esas shijat -de
mala reputación- amenizan fiestas, matrimonios,
circuncisiones o son obligadas
a recluirse en graneros en las montañas. Hayat, la combativa, “la fuerte y la
responsable ante lo ojos de quienes la rodean”, después de su historia y de
tantas otras historias de “mujeres-coraje de las regiones enclavadas en zonas
rurales”, hablará con su sobrina Camélia, secuestrada, violada e injustamente
encarcelada por complicidad en el tráfico de drogas.
L’amante du Rif es un
mosaico de diferentes retratos, entrelazados, al igual que el de Malika o
M’laïkia -“bâtarde. Farkha” (Bey 2001: 44)-, que
se alterna con los relatos de sus compañeras de infortunio.
Pero será en la película, Al uyún
al yaffa / Les yeux secs, donde, sobre todo, se apreciará la belleza de
numerosas escenas y del paisaje de un lugar perdido en las montañas del Atlas,
que quedará conmocionado con la llegada de Raouia, vieja prostituta, después de
haber estado cinco lustros en prisión. En ese entorno bereber, habitado sólo
por mujeres -las
viejas rechazadas en graneros-, que ofrecen sus cuerpos desde hace algunas
generaciones, deberán mantener “los ojos secos”, emanciparse, ocultar su dolor,
para ser amadas, verdaderamente. Canto de resistencia y elogio a la libertad
interior por encima de toda esclavitud.
Narjis Nejjar, que recibió varios
premios en los Festivales de Namur, Marrakech y Rabat, ha visto, también, que
su película tomaba otra dimensión ante la crítica de los extras de la película,
que denunciaron la manipulación, la traición, el atentado contra su dignidad,
por lo que pidieron que no se proyectara la película. La joven cineasta,
alegando que no realizó un documental sino una película que pertenece al
terreno de la creatividad, confesó al ver que el asunto tomaba un cariz
político llevado al Parlamento:
"Quand je fais un film et que je montre les femmes
d’Aghbala, que je raconte ce qui se passe, je fais aussi acte de citoyenneté.
Pendant le tournage, ces femmes se sont plaintes, me demandant de raconter et
de montrer leur calvaire dans ce commerce de la chair. Aujourd’hui on veut me
faire taire parce que mon tort est d’avoir dit la vérité. Le silence serait ici
la plus honteuse des hypocrisies. Est-ce en tournant le dos à la vérité qu’on
peut faire avancer ce pays que j’aime? [...]
J’ai tout à fait conscience que c’est un règlement
de compte politique. Ils me donnent plus que jamais la preuve que j’ai eu
raison de faire ce film. À ceux-là, je pose une seule
question: pourquoi n’ont-ils rien fait pour leur région? Pourquoi n’ont-ils pas
mis en place des infrastructures et une économie de substitution pour que les
femmes ne soient pas condamnées à vendre leur corps?" (Rerhaye 2004).
CONCLUSIÓN
La creación cultural -hemos visto- es esencial para el crecimiento del
espíritu y del imagnario. Y si es legítimo comparar, confrontar,
el cine y la literatura, habría que evitar un comparatismo que priorice uno en
detrimento de la otra, o viceversa, y donde, tal vez, no habría que perder de
vista lo que diferencia a esas dos formas de escritura y a los públicos a los
que van dirigidas. Una adaptación no es más que una de las numerosas
interpretaciones posibles del texto original, que, además, ofrece a éste una
divulgación mayor.
Podría decirse que esta filmografía,
aquí expuesta, pone el acento en el concepto de traspaso histórico, cultural y
artístico, según Michel Serceau,
en el que el contexto sociohistórico desempeña un papel determinante para la apropiación
de la obra literaria, y en la que cada realizador aporta su propia mirada a la
producción del novelista. La adaptación no consiste en la traducción de un
lenguaje a otro, sino que existe “una réalité plurielle et réversible”, en esa
relación dinámica, intersección y no sólo confluencia entre literatura y cine
“mais aussi de la littérature et du théâtre, du théâtre et du cinéma, de la
peinture et du cinéma...” (Serceau 1999: 9-10).
En la adaptación fílmica -como
transferencia semiótica-, hay que tener en cuenta la interrelación entre el
horizonte literario y cultural que representa la obra literaria. Y, en algunos
casos -sigue
afirmando Serceau-,
la adaptación cinematográfica logra que cristalice y brote la energía mítica de
un texto. Así como para David Trueba, lo más difícil es “reproducir carne y hueso
que, al fin y al cabo, son la única verdad” (2010: 23). Los análisis de estas
películas, basadas en su mayoría en novelas homónimas, pueden responder a estos
y otros planteamientos.
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KASSARI Y. L’enfant endormi. Marruecos
2004.
KLOTZ, N. La nuit sacrée. Marruecos 1992.
MEDDOUR, A. La Montagne de Baya. Argelia 1997.
NEJJAR,
N. Les yeux secs. Marruecos 2003.
TLATLI, M. Les Silences du Palais. Túnez 1994.
[1] Conmemoración del martirio del
imán Al-Hussein -asesinado en el año 680 por los
sunitas-, tercer imán chiíta, nieto del
Profeta Mohammed e hijo de Ali, fundador del chiísmo y esposo de Fátima, hija
del Profeta.
[2] El 21 de enero del 2009,
TVE-2 ofreció esta película, una de las ganadoras del «Festival de Cine Africano de Tarifa» (FCAT), 2006 y Premio “Astor de Plata”, al mejor director del XX
Festival de Cine de Mar de Plata (Argentina) 2005.
[1] “l'espace prend d'autant plus d'importance que
l'auteur dit l'espace plutôt qu'il ne raconte une histoire”, (Raimond 1971: 184).
[2] Bioy Casares, Silvina Campo
(argentinos), Felisberto Hernández (uruguayo), Mª Luisa Bombal (chilena) y Juan
Rulfo (mexicano) también emplearon el relato fantástico y la escritura
fragmentaria.
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