ESCRITURA CINEMATOGRÁFICA
EN EL ENCUENTRO, DESENCUENTRO A LA
EUROBEA
Leonor MERINO (Dra. U. A. M.
escritora-poeta, traductora)
escritora-poeta, traductora)
Mi ponencia publicada en UNIVERSIDAD CADIZ (Facultad de
Filosofía y Letras): AFROEUROPEANS
III CULTURES AND IDENTITIES Europe: Out of Many, One People,
28-30 SEPT 2017
Resumen
El llamado mundo Occidental y Oriental se halla engarzado. Si Estambul[1]
-la antigua Bizancio y
luego la Constantinopla del imperio romano- es puente de comunicación entre Oriente y
Occidente y su vinculación a Europa es tan intensa como visible al recorrer sus
barrios y patrimonio artístico o si Cruzando el puente: los sonidos de
Estambul (Crossing the bridge: The sound of Istambul, 2005) muestra
el crisol de culturas y estilos musicales y hace énfasis sobre la falsa imagen
de la división Este-Oeste que la música ignora alegremente[2],
entonces hay que afirmar, rotundamente, que la Europa
contemporánea es plural, variada, y que cuenta con muchos pasados y presentes.
Las distintas migraciones desde Sudamérica y, sobre
todo, desde países árabes o islámicos están contribuyendo a diseñar un paisaje
multicolor en la vieja Europa que, especialmente, la cinematografía actual,
llevada a cabo tanto por directores europeos como árabes, plantea miradas
críticas e incisivas al mismo tiempo que edificantes, tan válidas o certeras
como cualquier reflexión intelectual, aportando nuevos puntos de vista a viejos
debates.
Porque el cine constituye, actualmente,
una de las principales formas de expresión del imaginario colectivo: un cine
planteado como interlocución cuya cámara cinematográfica es como un bolígrafo o
como un ojo de las imágenes que generamos:
deseos, miedos, odios y anhelos desnudos, tal y como Lucien Freud -pintor inglés de origen alemán y nieto del
pionero maestro en psicoanálisis- describe la realidad como si no
hubiéramos salido de Atapuerca. Y en todas esas imágenes están
contadas las historias
El cine es memoria, documento, expresión artística y medio de comunicación.
El cine, como la literatura, se inscribe en un
espacio social, político e histórico y nos ilumina también sobre el origen de
ciertas percepciones de nuestra mirada orientalista o neo-orientalista: ideas
preconcebidas sin haber conocido o contrastado los lugares (esa mirada no del
todo inocente y que en otra ocasión trataré).
Ciertas novelas magrebíes sobre la inmigración así
como las películas aquí expuestas son todo un símbolo, un mensaje lanzado a los
ciudadanos. Una oportunidad para descubrir la verdadera esencia del mestizaje a
través de la obra de sus creadores artísticos en contacto con la realidad
cotidiana, mostrándonos su crudo espejo.
1.- Deconstruir el espectro del mundo árabe-islámico
A un lado los europeos con sus estereotipos sobre
el otro lado: África y los países árabes.
Veamos. En un cortometraje: Ecce homos
(2009) -el significado del título viene de primera-, un joven cineasta libanés llama a la puerta de un productor francés: el
objetivo es realizar una comedia sobre la juventud de su país. La boca del
joven queda enmudecida, sellada, y su proyecto suspendido ante los a priori
del Líbano expresados por el citado productor -masacres, Hezbolá, palestinos.... -. “¿Cómo? ¿Una comedia, cuando Beirut es una tragedia?”, alega con gran
asombro el francés. A través de esa diminuta comedia-parodia, quedan
representados los símbolos y clichés del Otro.
Con dinamismo, diversión y ritmo trepidante como
indica el título, Yalla, yalla (2001) -en árabe: “Vamos, vamos” y también “Date prisa”- explica las circunstancias de dos amigos -un sueco y un libanés-, que comparten el mismo trabajo. Vidas
parecidas, aparentemente, en Suecia, hasta que la cámara se adentra en los
diferentes hogares, planteando el “choque” de culturas con gran desenfado y el
conflicto entre tradición y modernidad. Así, mientras uno tiene una vida sexual
permisiva y lúdica, el otro debe atenerse a un matrimonio “arreglado”, en el
sentido más tradicional del término, aunque las situaciones hilarantes amainen
esa circunstancia penosa.
El director argelino Merzak Allouache -que ya filmó en 1976 Omar Gatlato: una sociedad argelina atrofiada e
incapaz de comunicarse sino a través de subterfugios[3]- recoge, veinte años más tarde en Salut cousin! (¡Hola primo!),
un torbellino de imágenes en un cómico enfrentamiento de culturas, con frescas
variaciones de la fábula atribuida a Esopo, El ratón de la ciudad y el ratón
de campo[4], en el entorno de un París
hostil y tentador. Entre los personajes, un inmigrante, bien establecido, echa
de menos “el olor de la menta” y recuerda al director de esta película exiliado
en Francia.
La excelente actuación de Gad Elmaleh, poseedor de
una hilarante fisonomía y una mirada azul-cándida exorbitada, contribuyó
también a que la película, que no deja indiferente, obtuviera gran
reconocimiento.
Aquí, el
sueño por la integración se conjuga con la pesadilla, y recuerda que, más allá
de los pasaportes y de las nacionalidades se pueden inventar, pueden surgir
otras identidades como se forja también la solidaridad, puesto que el mundo se
compone de múltiples orillas que no son vírgenes sino salpicadas por corrientes
entreveradas desde tiempo inmemorial.
De ahí, que la emigración de los obreros hacia Europa y la condición humillante soportada ha sido un tema recurrente en las películas magrebíes.
2.- El viaje: espacios utópicos en la
inmigración
En 1970, Ali Ghanem fue el primer director en
crear una película argelina en relación directa con la diáspora en Francia: Mektoub?
(¿Está escrito?), cuyo título, subrayado por la interrogación, ofrece
sentido a la filosofía árabe en el deseo de no ser mirada fatalista sino
acuciante por otra vida mejor[5].
También su lenguaje cinematográfico -L’autre France (1975) y Chacun sa vie (2005)- plantea interrogantes enlazados con la aculturación, la fractura
generacional, la integración y la solidaridad entre obreros franceses y
argelinos, más allá del miserabilismo social -inducido por el neorrealismo italiano- que se contenta con describir estereotipos lamentables sin proponer una
mirada por la lucha social y la fusión en el seno de la sociedad francesa: que
no es precisamente El Dorado pues el inmigrante, oveja negra de un sistema
fundado en un Estado de derecho, sueña con poner definitivamente los pies en la
propia tierra. Sin embargo, para sus retoños -hijos “ilegítimos” por pertenecer ya a
otra realidad-, no existe el “mito del retorno”, ya que su
lenguaje es diferente al de sus padres.
Igualmente Mahmoud Zemmouri en Prends 10.000
balles et casse-toi (1980), con humor provocador da cuenta del fracaso de
reinserción en el retorno a las raíces argelinas y fija
el tono para el Yedid (Nuevo): un cine de doble patrimonio
cultural.
Los personajes representados en esas películas de
la inmigración se asemejan, en gran manera, al tipo generacional “del eslabón
perdido” descrito por Benjamin Stora. Puesto que los hombres, nacidos entre
1940 y 1950, constituyen ese eslabón que “agrava la elaboración de una memoria
colectiva”[6].
Individuos que hoy están implicados en lo que este historiador y sociólogo
define como “el combate memorial”[7].ç
Es
decir, esa voluntad de reconstituir un lazo con su comunidad a través de un
trabajo sobre la memoria personal y colectiva como lo han demostrado, entre
otros, los siguientes escritores magrebíes:
Driss Chraïbi con Les Boucs (1955): texto
pionero, que posee la mayor carga denunciadora del racismo, creado por un
escritor magrebí. El mismo título de la obra es premonición de lo que será la
vida del inmigrante en un territorio de miseria y soledad, al existir
intrínsicamente la oposición animalidad/humanidad. Sinestesia de olor, ruido, luz, todo un universo de la ciudad, unido a ese
otro perfume a ropa vieja, piel húmeda y aliento ácido del mísero árabe
inmigrante: sombra verde como
flema de bilis.
Rachid Boudjedra con Topographie idéale pour
une agression caractérisée (1975): el dominado se aventura en un paisaje
geográfico, simétrico y laberíntico, creado por el dominante. El metro
parisino, con sus dédalos y mensajes desconocidos, alucina, desorienta al emigrante
“al límite del abismo”. Publicidad, números, estaciones y anuncios de crímenes
racistas. Marco espacial, fragmentado, instantáneo, fugaz, por el que se
traslada el personaje y con el que mantiene una relación ambigüa y compleja de
la que intenta defenderse trascendiéndolo mediante el lenguaje, lamiendo los
confines de la poesía.
Con Mengouchi et Ramdane, en L'Homme qui
enjamba la mer (1978), queda descrita una de las representaciones más
insólitas con humor cuando el yo elude el sufrimiento de los trabajadores
inmigrantes: marroquíes, africanos, portugueses que erigen un París multicolor.
Pero las fuerzas de la opresión triunfan siempre: por tanto, ¿tendrá uno que
marcharse?
Tahar Ben Jelloun con su ensayo La plus haute
des solitudes (1977) se acerca a la vida sexual de los inmigrantes. Esa
generación, envejecida antes de tiempo, cuyo rostro lleva la historia de la
inmigración: meandros, heridas, esperanzas y desesperanzas.
Este mismo autor marroquí regresa a ese “exilio”
en su reciente novela Au pays (2009). Mohamed -“l’immigri”-, alcanzada la jubilación después de haber
gastado su vida en França, retorna a su aldehuela marroquí donde
construye una casa. Largamente, espera la llegada de sus hijos con el fin de
continuar con aquella unidad familiar de sus ancestros. Nadie. Ni los hijos van
a visitarlo: permanecen allá esparramados en sus nuevas vidas[8].
Mohamed, sumido en su ensoñación-locura, adquiere aureola mística.
También desde el corazón de África, Le petit
Prince de Belleville (1992) de Calixthe Beyala y Agonies (1998) de
Daniel Biyaoula describen la perspectiva del inmigrante negro con estilo
coloquial, fragmentado y con minuciosa psicología de los caracteres. Un niño se
encuentra en el centro de la primera novela junto a los de su raza, a pesar de
las dificultades encontradas en Francia, permaneciendo arraigados al continente
africano y participando de la universalidad, con acento aún no adulterado. En
la segunda novela, las agonías proteiformes de una comunidad adherida al dolor
de vivir opta con gusto por el humor, la ironía e incluso la irrisión.
Pero ante un racismo embozado: muchedumbre temida
por el inmigrante y que lo ignora, ¿no estamos de acuerdo en que la ironía es
el resultado de un malestar, del pudor del marginal y el último recurso del
desesperado?: “Celle-ci nous délivre de nos terreurs ou nous prive de nos croyances”
(Jankélévich 1979: 11).
3.- Euroba: lectura cinematográfica plural, constructiva e incisiva
Actualmente, el Magreb y el mundo árabe e islámico sigue teniendo vínculos históricos controvertidos con Europa y, especialmente, con Francia.
Esa Euroba (como designan los
árabes al viejo continente ya que en su lengua no hay equivalente a nuestra
letra p) a la que miran con
anhelo, recelo y también con mirada urgente, debido a la precaria situación
económica de ese mundo, que se convierte en el motor de la emigración legal e
ilegal, día tras día. Por eso, los cineastas continúan planteándose el viejo
debate de cómo mantener el equilibrio entre esas dos realidades, cuyos cimientos
ya están puestos.
Los saltos
espacio-temporales de “tres días” en Tánger dotan de continuidad a Loin
(2001): Saïd, con su bicicleta y única posesión, conoce al dedillo los
laberintos de esa ciudad del sur -mítica y literaria- que tanto ha seducido a los extranjeros del norte. Ese personaje de la
calle tangerina -vivida como prisión-, sólo sueña con pasar clandestinamente
enfrente, a la otra orilla, en el camión de Serge: un personaje que hace el
camino a la inversa y que va en búsqueda de una aventura incierta que le
sobrepasa y le envolverá en el tráfico de drogas. Enamorado de Sarah, para
quien la muerte de su madre desencadena otro planteamiento de su propia vida.
Tánger, entonces,
como espacio fronterizo -puente y barrera-, cruce de caminos y tres personajes
también en la encrucijada de sus vidas que van evolucionando.
Con un sentido
remarcable del equilibrio entre tiempos y contratiempos, se va descubriendo la
madeja de los lazos entre los personajes y los que van surgiendo, para
enriquecer así la película con múltiples hilos narrativos: la exiliada Émilie
(en el papel de Yasmina Reza: autora-estrella de teatro de Arte y de la
película Chicas), la independiente Farida, o el americano a través del
recuerdo del escritor James Bowles en esta ciudad, que denominó “huérfana”.
Habilidad para
introducir, sin didactismo, un soberbio retrato de la mujer árabe, en su
libertad, ante ciertos estereotipos y ante una exacerbada fatalidad social.
Igualmente, problemas sociales como la droga o la inmigración clandestina que
acecha la oportunidad para embarcarse, agazapada en la oscuridad nocturna.
Mientras, la vida en Tánger, con sus sombras, discurre ausente de todo exotismo
reductor.
Un ejemplo, dramático y veraz, queda reflejado En
este mundo (In this World, 2002) que pone el foco en la “inmigración
económica” y el “tráfico ilegal de personas”.
Para realizar esta película -rodada con cámaras de vídeo digitales y transferida a treinta y cinco
milímetros para ser proyectada en la gran pantalla-, se escoge a dos genuinos
afganos del campo de refugiados de Shamsatoo en Pakistán.
Una
odisea realista con el fin de emigrar ilegalmente a Blighty -Reunido Unido-, a través de la polvorienta Asia
Central; de Irán -negando su nacionalidad pues no
hay que hablar pastún sino farsi-; de Turquía -entre el terror de tiros nocturnos dispersos en la nieve de las montañas
con momentos dramáticos en blanco y negro-; su llegada a Estambul -puente con Europa- y a París...
Entre
tanto, la lenta burocracia, la gran corrupción, las largas horas a la espera de
un destartalado vehículo para desplazarse o la introducción en un contenedor de
carga, hasta llegar a la inanición y la muerte.
Sin
drama sensacionalista, muestra al espectador, que detrás de la cifras de la
inmigración existe una historia y que detrás de ciertas campañas electorales,
para maximizar votos, los políticos jalean al electorado con eslóganes que
advierten de los “problemas” derivados de la inmigración, expoleando a la
xenofobia.
Ficción
y cruda realidad se codean -reforzando su mensaje-, cuando el más joven de los dos afganos refugiados emplea el dinero
obtenido en la película para hacer realmente el viaje a Londres -en avión en esta ocasión-, y pedir asilo político que le
será denegado. Tan sólo le será concedido un permiso especial para permanecer
en Inglaterra hasta cumplir dieciocho años.
Igualmente,
un lancinante documental, La brûlure (2009), iniciado con un entierro,
narra la sofocante presión que siente la juventud árabe en un callejón sin
salida, condicionada por el nacimiento y el entorno del barrio, mientras mata
un tiempo estéril[9].
¿Quién, en esas circunstancias, no se quema por dentro?: “quemarse”, “quemar el
mar”, persiguiendo el opulento sueño vano por Euroba. Aventurarse,
comprar la propia muerte, en el interior de un cascarón. A la deriva,
veintiocho jóvenes con seis botellas de agua. Uno sólo regresa para expresar la
quemadura. De nuevo lo intentará para quemar la frontera de su tedio y su
miseria.
Ese
mismo año, diez argelinos, ḥarrāgas (حَرّاقس): con el título en lengua árabe designa
ya el hecho de quemar los papeles para abandonar la propia tierra. No tienen
nada que perder. Porque carecen de todo. O lo tomas. O lo dejas. En la
ensoñación ilusa por Euroba, el avezado cineasta Merzak Allouache diseca
ese fenómeno sociopolítico sin demagogia y consciente de que continuará la
emulación, entre tanta juventud hastiada por falta de perspectivas futuras[10].
Las palabras del protagonista -“Si me marcho, muero. Si no
marcho, muero. Entonces, me marcho, sin marchar, y muero”- recuerdan aquellas que pronunció el poeta
Tahar Djaout -dos años antes de ser apuntado en la sien una
mañana de primavera de 1993[11]-: “El silencio es la muerte/Y tú si
hablas, mueres/Entonces, habla y muere”.
4.- Suicidio y muerte: llamada al Amor
Algunos se inmolan en su desespero -la realidad supera a la ficción- para despertar a los conciudadanos -por entonces timoratos-, para extraerlos de su punto muerto, de
su callejón sin salida. La Historia es ya testigo del dramático hecho y sus
consecuencias, cuando el joven Mohammed Bouazzizi, informático en paro y el
mayor de una familia numerosa sin padre y el único que la alimentaba, se prende
fuego ante el ayuntamiento cuando la policía vuelca su puestecillo ambulante de
legumbres.
Cuando uno se mata, mata también al otro/a los
otros en sí mismo, porque éste/éstos viven, a su vez, una especie de suicidio.
Chantaje frente a los otros y también llamada al Amor. Pero el dramatismo llega
a su culmen cuando, desaparecidos los focos mediáticos de la
“compasión”, la familia queda al albur, sin socaire de nadie.
En un salto cualitativo, los doce minutos del
cortometraje Bamboleho (2001) nos traslada a la vida
marginal de los niños de la calle -inmigrantes ilegales marroquíes y
menores de edad sin vínculo familiar- que habitan por encima de la
ciudad de Barcelona: en sus destartaladas azoteas populares, como espacio
intermedio entre la intimidad y el horizonte.
En los créditos, se vislumbra al personaje Cósimo
en El barón rampante[12] de Italo Calvino, con esta cita: “y rechacé el plato de
caracoles”.
En Bamboleho,
aquellos niños de la calle, que antes malvivían bajo los puentes, descienden de
las mugrientas azoteas para sobrevivir como rateros, furtivos, enfrentados a la
cárcel y a la muerte. Mientras, una pareja de adolescentes ensaya nuevas
experiencias amorosas.
Y por el
Arte de amar (2007), dice estar influenciado Fatih Akin en su película Contra
la pared (Duvara karsi/Gegen
die Wand/Head-on)[13],
que diseña ese amor que necesita talento, que sólo el silencio tiene, pues la
mujer nunca en silencio ama.
Ahora,
este cineasta alemán de ascendencia turca, que se alimentó del consejo del escritor mexicano Guillermo Arriaga para
su película Al otro lado (Yasamin Kiyisinda/ Auf der anderen
Seite, 2007)[14], combina hiperrealismo con elipsis y diseña la muerte tan próxima al amor
en nuestras culturas mediterráneas. Porque cada muerte suele ser fuente,
iniciación, vida abierta a otras sendas, a otras dimensiones. Y llegado el
dolor se convertirá en motor para vivir, precisamente, en nombre de los
muertos. De dos muertes:
Yeter (madre turca que se prostituye
para pagar estudios universitarios a su hija Ayten, enzarzada en temas
políticos y que cree que su progenitora trabaja en una zapatería) y Lothe (hija
de la valerosa madre alemana que acoge a Ayten, en nombre del amor loco que
ambas jóvenes se profesaban).
Esas vidas se van porque no pueden
unirse a las almas que aman.
Entretanto,
las relaciones humanas de dos países bien diferentes, el vaivén, entre
Turquía-Alemania y viceversa, en búsqueda de esas muertes que habitan en los
personajes para darles vida. Para que en ellos exista reconciliación y perdón.
Y así,
voy clausurando mi ponencia volviendo a la Turquía del principio -a Estambul: ciudad-personaje-, para ofrecer la imagen del viaje
y la construcción de las relaciones humanas. Círculos que se cierran entre dos
países, entre padres e hijos. Y, como fondo, el estudio, la cultura, que los
salvará definitivamente:
Nejat de
origen turco es profesor de alemán en la Universidad. Y Yeter se prostituye
debido a esa sed de conocimiento que desea ofrecer a su hija.
Conclusión
Las películas y novelas
expuestas son consecuencia del momento cultural, social, político e histórico
en el que se realizaron.
Sus
miradas crean un ritmo conducido por la serenidad de los cineastas, de los
novelistas, que se acercan sin prejuicios a la realidad circundante, que cuidan
la imagen/voz/rostro, como si cuidaran a un ser dolorido e indefenso.
El cine,
como la narrativa de ficción, denuncia, señala, los males de este mundo y la
defensa de causas nobles que parecían perdidas. El cine, como la literatura, da
a conocer la realidad oculta y, sobre todo, permite
desvelarse sin darse cuenta.
Los
personajes proyectan sus miedos y deseos en la realidad que les hostiga hasta
desear transformarla.
Palabras
como imágenes en la escritura cinematográfica. Imágenes como espejos devueltas
al espectador, donde los cuerpos dejan de ser objeto de deseo para ser,
sencillamente, verdad.
Paisajes
del cuerpo humano mostrados la mayoría de las veces tras la tormenta: parte del
terreno pantanoso y mugriento de la vida cotidiana, con el deseo de limpiarlo.
Pero también, tras la esperanza de vivir, de sobre-vivir.
Películas, novelas, que persiguen respuestas, que
reflexionan sobre nuestra relación con el Otro, y que se enmarcan en el mensaje
que ha deseado transmitir esta comunicación -del conocimiento viene el respeto[15]-: Sí, Yo tuve un sueño, mamá (I Had a Dream, Mom, 2006).
FILMOGRAFÍA
- Akin, Fatih. Contra la pared (Duvara karsi/Head-on), 2004. Ganadora del Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín, 2004. Países: Alemania/Turquía.
Cruzando el
puente: los sonidos de Estambul (Crossing the bridge: The sound of Istambul).
2005. País: Alemania/Turquía.
Al otro lado (Yasamin Kiyisinda/ Auf der anderen
Seite), 2007. Primer premio LUX del Parlamento Europeo 2007. Países: Alemania/Turquía.
- Allouache, Merzak, Omar Gatlato, 1976. País: Argelia.
Salut cousin!, 1996. Países: Francia, Argelia, Bélgica,
Luxemburgo.
Harragas, 2009. País: Argelia. Prix spécial du jury. Prix
Fipresci. Prix des droits de l’homme: Festival du film de Dubaï, 2009. Palmier
d’or. Prix de la meilleure BO: Festival de Valencia (España), 2009.
- Chaibi, Leila. La brûlure, 2009. Países: Argelia/Túnez/Francia
- El Khal, Claude, Ecce homos, 2009. País: Líbano.
- Farès, Jossef, Yala, yalla, 2001. País: Suecia.
- Ghanem, Ali, Mektoub?, 1970. País: Argelia. Premio medalla de plata de la ciudad de Verona. Italia.
L’autre France, 1975. País: Francia.
Chacun sa vie, 2007. Países: Argelia y Francia.
- Prieto, Luis. Bamboleho, 2001. País: España.
- Reza, Yasmina, Chicas, 2010. País: Francia.
- Saneh, Lina. Yo tuve un sueño, mamá (I Had a Dream, Mom), 2006. País: Líbano.
- Téchiné, André. Loin, 2001. País: Francia.
- Winterbottom, Michael. In this World, 2002. País: Reino Unido.
- Zemmouri, Mahmoud, Prends 10.000 balles et casse-toi,1980. País: Argelia.
BIBLIOGRAFÍA
- Begag, Azouz, Dis Ouailla! París: Fayard, 1997.
- Ben Jelloun, Tahar, La plus haute des solitudes. París: Seuil, 1977.
Au pays. París: Gallimard, 2009.
- Bey, Maïssa Au commencement était la mer. París: Marsa, 1996.
- Beyala, Calixthe. Le petit Prince de Belleville. París: Albin Michel, 1992.
- Biyaoula, Daniel. Agonies. París: Présence Africaine, 1998.
- Boudjedra, Rachid. Topographie idéale pour une agression caractérisée. París: Denoël, 1975.
- Chraïbi, Driss, Les Boucs. París: Denoël, 1955.
- Djaïdani, Rachid, Boumkoeur. París: Le Seuil, 1999.
- Escribano Aparicio, Francisco Javier, deriva revistadigital literaturacine, “Cruzando el puente: los sonidos de Estambul”, 22/09/06.
- Esopo, El ratón de la ciudad y el ratón de campo.
- Fromm, Erich. Arte de amar. Madrid: Ediciones Paidós, 2007.
- Jankélévich, Vladimir. L´ironie. Bourges: Flammarion. 1979.
- Kingsmill Hart, Ursula, TRAS LA PUERTA DEL PATIO. La vida cotidiana de las mujeres rifeñas, Ciudad Autónoma de Melilla, 2006. (Originariamente en inglés, traducción de Encarna Cabello).
- Mengouchi et Ramdane, L'Homme qui enjamba la mer. París: Henri Veyier, 1978.
- Merino, Leonor, “L’approche féministe dans certains romans maghrébins et la touche féminine de leur transposition cinématographique”, Plurial nº 15, Presses Universitaires de Rennes, 2005: 191-208.
“En el aniversario de la muerte de Tahar Djaut, Amanecer
del nuevo siglo (Madrid) año VI, nº 145, julio, 2003, p. 74.
“De la calle y sus disturbios”, EL PAÍS, OPINIÓN, sábado 20 de agosto, 2011:
25-26.
- Nini, Soraya, Ils disent que je suis une Beurette. París: Fixot, 1993.
- Sebbar, Leïla, Mes Algéries en France. Saint-Pourçain-sur-Sioule: Bleu autour, 2004.
- Stora, Benjamin, Algérie, Maroc. Histoires parallèles, destins croisés. París: Maisonneuve et Larose, 2002.
- Reza, Yasmina. Arte. Dirección: Eduardo Recabarren. Madrid: Teatro Alcázar, 2009.
[1] Capital histórica de Turquía que se estira entre los mares Egeo,
Mediterráneo o Negro, las montañas del Cáucaso o Persia y los desiertos de Iraq
o Siria.
[2] En el documental, el fundador y bajista del influyente grupo de rock
vanguardista alemán Einstürzende Neubauten, Alexander Hacke dice: “No
creo que Oriente vaya de Estambul a China. Ni que Occidente vaya de Grecia a
Los Ángeles”. Por tanto, existe todo un crisol de diversidad musical desde la
de los callejeros hasta “los ídolos de la música tradicional, pasando por los
pioneros que se atreven a fundir los sonidos orientales con las formas
occidentales (rock, hip-hop, break dance...)”: Francisco Javier Escribano
Aparicio (2006).
Por eso, el ud islámico es la madre de todos los instrumentos y se extendió por Europa desde la España musulmana. Tiene un mástil más corto que el laúd europeo y se toca con un plectro y no con los dedos, con un estilo monofónico y no polifónico.
Por eso, el ud islámico es la madre de todos los instrumentos y se extendió por Europa desde la España musulmana. Tiene un mástil más corto que el laúd europeo y se toca con un plectro y no con los dedos, con un estilo monofónico y no polifónico.
[3] “L’approche féministe dans certains romans maghrébins et la touche
féminine de leur transposition cinématographique”, Leonor Merino, 2005:
191-208.
[4] Obra reescrita más tarde por distintos autores sin grandes
modificaciones de la historia original, como Jean La Fontaine.
[5] Mektoub -con el hálito de resignación- se encuentra a lo largo de los textos de las literaturas magrebíes de
lengua francesa, y también en las tribus bereberes del Rif (Norte de
Marruecos): Ursula Kingsmill Hart, TRAS LA PUERTA DEL PATIO. La vida
cotidiana de las mujeres rifeñas (2006).
[6] Benjamin Stora, Algérie, Maroc. Histoires parallèles, destins
croisés (2002: 64).
[7] Ibid.: 72.
[8] En esa visión y expresión opuestas a los padres y en la producción
novelesca de la generación beur en Francia, sólo citar a Azouz Begag en Dis Ouailla! (1997), Soraya Nini en Ils
disent que je suis une Beurette (1993) y Rachid
Djaïdani en Boumkoeur (1999). Otros escritores hablan de ser un “producto
contaminado”, como Leïla Sebbar, en Mes Algéries en France (2004), para quien
el exilio es ante todo aprendizaje.
[9] Desde Argelia y en Au commencement était
la mer (1996), Maïssa Bey describe la inactividad, la ociosidad, en
un aburrimiento interminable que lleva a la juventud al integrismo -pero esa es otra historia,
lector-: “Argel.
Ciudad de las 1200 viviendas. En algún lugar de la periferia de la ciudad.
[...] Para los de la ciudad, el verano es un bloque de aburrimiento y calor
todo junto. El aburrimiento que se arrastra a lo largo de días interminables,
que vanamente se intenta engañar, que ni un soplo de aire llega a distraer.
[...] Y luego, a la hora de la queda, ellos se repliegan en los huecos de la
escalera oscuros y nauseabundos. [...] Retrasando el mayor tiempo posible, el
momento en el que deben entrar en un apartamento demasiado pequeño, demasiado
oscuro, cargado de rencores inexplicables”.
[10] Harragas, 2009. Prix spécial du jury. Prix Fipresci. Prix des droits de l’homme: Festival du film de Dubaï,
2009. Palmier d’or. Prix de la meilleure BO: Festival de Valencia (España),
2009.
[11] “En el aniversario de la muerte de
Tahar Djaut, Amanecer del nuevo siglo: Leonor Merino, 2003: 74.
[12] Mito
de una elevación, mediante la voluntad, por encima de la grávida existencia
humana, donde el mundo es
visto y contemplado desde la perspectiva de la altura entre la naturaleza.
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