sábado, 9 de julio de 2016

ORHAN PAMUK

Amigas/Amigos: os invito a conocer o a revisar la escritura -premiada con el Nobel de Literatura- de Orhan PAMUK.

Como fui invitada por “Hay Festival” en Granada, coincidí con este escritor turco, de silueta alta y felina, desgarbada en su elegancia, de sonrisa franca, y que escribe en gruesos cuadernos de espiral…
Desde su atalaya privilegiada, franquea épocas y fronteras, recorre múltiples sendas, ideológicas, simbólicas, místicas y filosóficas, esposando tradición y modernidad contemporánea, presentado las contradicciones de una Turquía minoritaria europeizada, acomodada, y una población pobre, clavada en las propias tradiciones ancestrales.

"Orhan PAMUK:
Alquimia occidental, persa, otomana y estambulita"
Nobel de Literatura 2006 

"Habilidad para abrir su corazón al universo en el que vive y para entender la cambiante posición en este mundo"

El 12 de octubre del 2006 se concedía el premio Nobel de Literatura a un escritor turco, Orhan Pamuk. La Academia sueca destacó el compromiso de Pamuk con la libertad de expresión y la verdad histórica, puesto que, “en búsqueda del alma melancólica de su ciudad natal, ha encontrado nuevos símbolos para reflejar el choque y la interconexión de las culturas”. Pamuk recibirá el galardón, dotado con 10 millones de coronas suecas -1,1 millones de euros-, el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de Alfred Nobel (1833-1896), inventor sueco, químico, y fundador de los premios.

¿Pero quién es este escritor cuyo apellido quiere decir algodón en turco, de silueta alta y felina, desgarbada en su elegancia, de sonrisa franca, que escribe en gruesos cuadernos de espiral, que lleva gafas y ve el mundo desde sus libros y desde su ventanal que da al Bósforo entre los alminares de una mezquita y la media luna con estrella, y que vive en un barrio de la orilla europea que tiene por un lado el legendario Cuerno de Oro, y por otro la hormigueante megalópolis abierta a la inmensidad asiática?

¿Quién es este escritor, cuyo nombre significa rojo en lengua turca, del que la prensa mundial se ha hecho eco por haber estado acusado de atentar contra la identidad de su país y que, igualmente, condenó la “fatwa” contra el novelista británico de origen indio, Salman Rushdie?

REPERCUSIÓN POLÍTICA MEDIÁTICA

En efecto, en febrero del 2005, Orhan Pamuk desencadenó el furor de los nacionalistas turcos cuando declara, en una entrevista al diario suizo “Tages Anzeiger”, que entre 1915 y 1917, “un millón de armenios y treinta mil kurdos han sido asesinados en estas tierras, pero nadie excepto yo se atreve a decirlo”. Declaraciones que provocaron vivas reacciones en la opinión pública turca y que fueron juzgadas contrarias al interés nacional.

En octubre del 2005, el escritor fue culpado por “insulto deliberado a la identidad turca” por un tribunal de Estambul. Una falta castigada desde seis meses a tres años de prisión. Sin embrago el escritor mantiene su declaración: “Mi objetivo era comenzar una pequeña discusión sobre ese tabú, porque es un obstáculo para nuestra entrada en la UE”. Gracias a la gran presión internacional, a principios del 2006, se terminó con el desistimiento de los militares y el sobreseimiento de la causa. La novelista Elif Sakak se benefició después de la brecha abierta por este autor.

Es importante señalar que, tal vez, por el azar de la fecha, la atribución del Nobel coincide con el voto de los diputados franceses a un texto que penaliza con 45.000 euros cualquier propósito que niegue el genocidio armenio. Este drama divide a todos los partidos en Turquía. Ankara reaccionó enseguida denunciando “un golpe duro” para las relaciones franco-turcas, e incluso la Comisión europea lamenta un texto que podría “impedir la reconciliación en Turquía”.

El autor, por su parte, en una intervención telefónica retransmitida en directo por la cadena de televisión privada NTV, declara que “Francia ha actuado en contradicción con sus propios principios fundamentales de libertad de expresión”. Esta declaración llega después de que ciertas voces en Turquía -sobre todo la del crítico literario Ozdemir Ince-, sospechan que el premio Nobel tiene motivaciones políticas (cuando Pamuk considera a la política “un destino inevitable que no me gusta”), y que parte de su celebridad en Europa, se debe a su crítica a la posición de Turquía sobre dicho genocidio.

Ante esta diatriba el presidente francés, Jacques Chirac, se apresuró a felicitar a Pamuk, “cuya reflexión sobre la sociedad es particularmente inteligente, fuerte y liberal”. En Turquia, el subsecretario de Estado en el ministerio de Cultura, Mustafa Isena, felicita igualmente al escritor, a pesar de las controversias suscitadas en este país, añadiendo que el premio “atraerá la atención sobre la literatura turca y sobre sus autores”, pero el responsable turco subraya con cierta severidad: “sus otras acciones no me interesan. Pienso que es un buen novelista y creo que ha sido recompensado por sus novelas”.

Luego si, ciertamente, la Academia sueca no premió “sus otras acciones” sino a un poderoso narrador, dejemos las controversias políticas así como el debate sobre las relaciones entre Europa y Turquía, país de setenta y dos millones de habitantes, cuya escritura es latina y a través de la cual se nos transmitió el corpus del Derecho Romano.

BREVE APUNTE BIOGRÁFICO

Orhan Pamuk nació en 1952 en Estambul, en el seno de una familia burguesa y francófila, similar a la que describe en “Cevdet Bey ve Oğullari” (“Cevdet Bey y sus hijos”, inédita en español) y “Kara Kitap” (“El libro negro”, Alfaguara, 2001), en el rico y occidentalizado distrito de Nisantasi, donde vive la propia familia de Pamuk en un edificio bautizado con este apellido, porque cada una de sus plantas estaba ocupada por una de las ramas familiares.

Orhan estudió en el instituto americano de Estambul, en el Robert College, antes de comenzar estudios técnicos de arquitectura en la Escuela Politécnica de Estambul, durante tres años, así como estudios de periodismo en la Universidad de la misma ciudad.


Lector a edad temprana, y adolescente que deseaba ser pintor y copiaba miniaturas, descubre la literatura francesa, Proust y Flaubert, en la biblioteca de su padre. Pero Orhan Pamuk está igualmente impregnado de cultura americana y de escritores que lo marcaron, Faulkner, Woolf, Conrad y Nabokov, por lo que pasa tres años en varias universidades norteamericanas como profesor visitante en Columbia y, sobre todo, en la universidad de Iowa.

INGREDIENTES DE SU OBRA: MISTERIO, AMOR, HISTORIA, PUENTE ENTRE EL ALMA ORIENTAL Y OCCIDENTAL

A la edad de 23 años decide dedicarse por entero a la escritura. Siete años más tarde, en 1982, se publica la citada obra “Cevdet Bey ve Oğullari” que, en el espíritu de Thomas Mann o de Naguib Mahfuz (premiados con el Nobel de Literatura en 1929 y 1988, respectivamente), describe la evolución de una familia durante tres generaciones. Esta obra obtiene el premio “Orhan Kemal” al año siguiente de su publicación.

Su segunda novela, en 1983, “Sessiz Ev” (“La casa del silencio”, Metáfora Ediciones, 2001), fue recompensada igualmente por el premio “Madarali”, en 1984, así como su traducción francesa, “La Maison du Silence”, fue premio “Découverte européenne”, en 1991.

Esta novela, clásica y renovadora a la vez, construye un gran fresco de la historia de Turquía y de sus acontecimientos más relevantes. En ella se viven las contradiciones de una población que, tiroteada entre dos mundos, busca una identidad. Los personajes son la imagen de esa complejidad y reaccionan cada uno a su manera ante las grandes mutaciones del siglo XX, que ha barrido violentamente los vestigios del Imperio otomano.

Si se ha ganado en libertad, ha sido necesario reconstruir un país capaz de adaptarse a la modernidad sin negar completamente el pasado. Pero además de estos temas y de las problemáticas recurrentes en toda la obra de Pamuk, se encuentra la voluntad de sorprender al lector por una arquitectura compleja y una narración resueltamente polifónica. Artificios técnicos que ayudan a adentrarse en los meandros del alma turca.


Orhan Pamuk, situado por la crítica entre grandes autores del siglo XX como el argentino Jorge Luis Borges o el italiano Italo Calvino, comenzó a tener repercusión internacional a principios de los años noventa gracias a dos obras: “Beyaz Kale”, publicada en 1985 (“El astrólogo y el sultán”, Edhasa, 1994) y “Kara Kitap” de 1990 (“El libro negro”, Alfaguara, 2001).

La primera novela está situada en el Estambul del siglo XVII, pero su contenido es, sobre todo, el de un relato sobre la manera en la que está construido nuestro “yo” como historias y ficciones diversas. El personaje principal es un científico veneciano vendido como esclavo a Hodya, un hombre joven y culto. Cuando los dos personajes se narran su vida, se produce un intercambio de identidad. Ese mismo juego de la problemática de la identidad y del tema del doble, se encuentra en “El libro negro”, que marca una ruptura definitiva con el realismo social dominante en la literatura turca, así como señala numerosas referencias a la tradición mística de Oriente.

Una novela de amor y un marco eminentemente poético de la ciudad de Estambul, inaprehensible, perturbardora y maliciosa, alquimia singular de la que ella es el teatro. La novela finaliza con el giro posmoderno del autor revelando su presencia en la narración, por otra parte llena de historias encastradas en la historia principal, relatando el pasado turco otomano y la contemporánea Estambul.

En 1995 se publica “Yeni Hayat” (“La vida nueva”, Alfaguara, 2002), novela sobre un libro misterioso que tiene la propiedad de transformar irrevocablemente la vida de una persona cuando lo lee. Y el lector no dejará de preguntarse sobre la omnipotencia onírica que atrapa a los personajes, así como, a él mismo, lo llevará a meditar sobre las fronteras, tenues a veces, que separan sueño y realidad, sobre el amor y otras questiones existenciales sin que pueda aportar la menor solución.

Su siguiente novela publicada en 1998, “Benim Adim Kirmizi” (“Me llamo Rojo”, Alfaguara, 2003) que fue premio Internacional IMPAC (Dublín) y premio “Grinzane Cavour” (Italia), combina la narración de misterio con una seductora historia de amor y reflexión filosófica, también el amor al arte y a las miniaturas en los libros, observando la influencia de la pintura occidental en este arte, sin embargo estos influjos deben lidiar con las diferentes normas culturales, políticas y religiosas. Todo a través de las múltiples voces de sus protagonistas u objetos inanimados, en el ambiente de un Estambul del siglo XVI, bajo el reinado del sultán Murad III (1574-1591).

En el año 2001, “Kar” (“Nieve”, Alfaguara, 2005), fue premio “Médicis étranger” 2005. Al igual que la anterior novela, se van a concentrar los acontecimientos en escasos días. Fábula político-social en la que se confrontan nacionalistas laicos e islamistas radicales. Bamboleado entre esos dos campos, se encuentra un periodista y poeta, llamado Ka que ha vivido doce años en Alemania, en el exilio, y que a su regreso a Estambul para el funeral de su madre -y también para encontrar un amor perdido-, un periódico le envía a Kars, ciudad que fue frontera entre los imperios otomano y ruso, pequeña ciudad adormecida bajo un sudario de nieve en la inmensidad de Anatolia. Su misión será cubrir las próximas elecciones municipales y comprender por qué tantas mujeres -que en su mayoría llevan velo- se suicidan. La nieve en polvo, aérea y deslumbrante, que no dejará de caer hasta impedir toda salida, convertirá aún más desolador este teatro a puerta cerrada, kafquiano, donde se entremezclan, se taracean, los miembros de una Turquía dividida y abrumada.

En su última obra, “Istanbul: Hatiralar ve Şehir” (“Estambul. Ciudad y recuerdos”, Mondadori, 2006), Pamuk se expresaba así: “Cuando estaba escribiendo e imaginando el libro como uno moderno y ambicioso, por supuesto que tenía en el pensamiento lo que James Joyce hizo a Dublín”.

Y esto fue lo que Joyce había dicho antes a su amigo, el artista Frank Budgen, cuando estaba trabajando en su novela épica “Ulises”: “Quiero dar una imagen de Dublín tan completa, que si la ciudad desapareciera de la tierra pudiera ser reconstruida a partir de mi libro”.


Si la ciudad de Dublín fue reflejada y refractada en la conciencia de los personajes del autor irlandés, ahora, el escritor turco, con su sentido de la historia y su extraordinario talento para la narración y al mismo tiempo que rememora los secretos y la idiosincrasia de su propia familia, nos lleva de la mano a través de la palpitante ciudad de Estambul -un ser en el tiempo: que antes fue Bizancio y luego Constantinopla-, y nos ofrece semblanzas de perdidos paraísos, villas, fuentes de mármol y monumentos otomanos en ruina, callejuelas y canales ; nos presenta a escritores, columnistas, artistas e historiadores entusiastas populares que han rastreado Estambul a lo largo de un siglo y medio de “modernización”.

Y el joven imaginativo, errante, se siente atraído por el pintor del siglo XVIII, Antoine-Ignace Melling, porque “veía la ciudad como un estambulita pero la pintó como un occidental de mirada avispada”.


Así con bello y cautivador estilo, Pamuk transforma la autobiografía, y lo que comienza siendo un retrato del joven artista, se convierte en una entidad plenamente narrativa: el retrato de una viva ciudad -“un destino incuestionable”-, en la topografía del mundo.

Reducir a este escritor a su última obra y a un alegato político sería una injusticia. Leído por el mundo entero, merecedor de muchos premios literarios, como hemos visto, hay que añadirle el “Premio de la Paz” de los libreros alemanes en el año 2005.

Turquía, narrada por Pamuk, se nos hace más entrañable y cercana. La guerra de Troya, cantada por el griego Homero, se libró en sus costas que dan al mar Egeo, en aquel territorio nacieron los filósofos presocráticos, Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímenes, Anaxágoras y Heráclito.

Desde su atalaya privilegiada, este escritor franquea épocas y fronteras, recorre múltiples sendas, ideológicas, simbólicas, místicas y filosóficas, esposando tradición y modernidad contemporánea, presentado las contradicciones de una Turquía minoritaria europeizada, acomodada, y una población pobre, clavada en las propias tradiciones ancestrales. Esa es la alquimia de la que sólo el autor conoce el secreto. Y esa es su escritura de alto voltaje, transmitiendo secretos mundos repletos de crónicas.


Publicado: LEA, nº 85 octubre-diciembre, Provincia Agustiniana Matritense, 2006, pp. 27-30.

Leonor Merino García
Drª Universidad Autónoma de Madrid, autora de "Encrucijada de Literaturas Magrebíes", ensayista y traductora


Muchas gracias por la atención prestada.

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